Ante Budimir y Omar Ramos pugnan por la posesión del balón durante el partido disputado en Son Moix. | Javier Padilla

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Ante Budimir es futbolista. De verdad. Son Moix no ha tardado en apreciarlo. No es sencillo confundir o engañar a la hinchada del Real Mallorca, que no hace tanto tiempo disfrutaba de la militancia de gente con cartel internacional. El balcánico ha quebrado de forma abrupta con la línea de fichajes de jugadores que generan debate. Budimir genera unaminidad. Simplemente, es bueno.

Competitivo por genética, es indudable que el croata ha elevado sustancialmente el nivel del Real Mallorca. Hasta donde pueda guiarlo es otra historia, pero el salto de calidad admite pocas discusiones.

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Armado con un nueve de perfil alto, la escuadra de Moreno parece estar en disposición de afrontar desafíos mayores. Un trabajado —y estratégico— triunfo sobre el Oviedo certificó que el Real Mallorca mira hacia arriba, pero también que tiene en nómina a un tipo que puede alterar el sino de un partido en cualquier momento.

De nuevo con dos delanteros (Ante Budimir y Álex López), el conjunto balear se mostró este sábado espeso durante el primer tiempo. Ante un adversario especulador, al Real Mallorca le costó demasiado maniobrar en ataque y su bagaje resultó anecdótico. Nada que ver con lo que aconteció tras el descanso.

El Real Mallorca asumió los riesgos y se lanzó a por un Oviedo que nunca ofreció respuesta alguna. Budimir reclamó el balón e interpretó su mejor sinfonía. El Mallorca acabó ganando por insistencia.