Los jugadores del Mallorca celebrando el triunfo ante el Deportivo de la Coruña. | M. À. Cañellas

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Rebasado el ecuador, el Mallorca presenta en el mostrador de la competición la mejor tarjeta desde su último descenso a Segunda. Pero más allá de cuestiones aritméticas, de los 33 puntos que almacena la escuadra isleña en la despensa, las huestes de Vicente Moreno han mantenido ese gen competitivo que les permitió convertir en un trámite su travesía por el desierto de la Segunda B.

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Porque esa capacidad para competir, esa disposición para no arrojar nunca la toalla y pelear por cada balón como si fuera el último, es el mejor aval de un Mallorca que no desprecia ese papel de outsider que desde el club airean un día tras otro.

Vicente Moreno y Lago Junior acaparan todos los focos en el cuaderno de bitácora de la primera vuelta. El masanasero se ha convertido en uno de los principales activos de la entidad. El sábado, ante el Deportivo, planteó un partido a la perfección para neutralizar todas las virtudes de su rival y hurgar en la herida de sus defectos. Diseñó un boceto al ralentí en su arranque para activar toda la maquinaria en el segundo acto. Chapeau.
Moreno comparte escenario con el marfileño, al que no dejó irse tras el descenso cuando el contrato con el Oviedo estaba solo pendiente de la firma. Y Lago, con muchos pretendientes en este mercado invernal, se ha quedado para liderar a un Mallorca que cruza el ecuador con licencia para soñar...