Raíllo protege el balón ante la presión del Rafa Mir y la mirada de Xisco Campos durante el último partido de liga en Son Moix. | M.A. BORRAS

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A principios de octubre el Mallorca se soltaba la melena. Firmaba su función más convincente ante un Tenerife que luchaba contra sí mismo por ponerse en pie, se maquillaba en ataque y volvía a tomar asiento en los puestos de promoción. Fue su última explosión de alegría completa, porque desde entonces no ha vuelto a ganar. Ha pasado un mes en el que ha mantenido el nivel de exigencia, pero en el que ha sido incapaz cerrar otra vez el círculo. Copa aparte, suma ya cuatro partidos sin celebrar un triunfo y una única alegría completa, la del Tenerife, en las ocho últimas jornadas. La escuadra de Vicente Moreno necesita una actualización antes de que sus números se sigan oxidando. Una mejora en su expediente y en su estado de ánimo que aspira alcanzar esta misma tarde, a costa un Córdoba tan peligroso como irregular (Son Moix, LaLiga 123 TV, 18.00 horas).

El Mallorca recupera la condición de local con el deseo de asestar otro manotazo que espante las dudas y le devuelva a los pisos superiores antes de que la clasificación empiece a agrietarse de verdad. En teoría, va a encontrarse con un enemigo propicio para hacerlo, ya que recibe la visita del equipo más goleado y del que reúne la peor cosecha a domicilio de toda la liga. El Córdoba solo ha rascado un punto en los cinco desplazamientos que ha realizado —el último frente al Sporting, en El Molinón (0-0)— y tiende a derretirse cada vez que sale del Arcángel. Un boquete que trata de rellenar ahora con su pegada, tal y como le ha recordado el entrenador del Mallorca a sus futbolistas esta semana. Pese a sus carencias, los andaluces juegan con el cargador hasta arriba y se meterían en playoff si se contabilizarán solo los goles marcados.

Parte de bajas

La puesta en escena del Mallorca llega condicionada otra vez por el parte de bajas. Vicente Moreno no ha podido recuperar durante la semana a Manolo Reina y Salva Ruiz, por lo que la defensa, todavía sin Martin Valjent ni Pervis Estupiñán, seguirá en estado de alerta.

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iquel Parera, que siempre ha respondido cuando el equipo lo ha necesitado, y Fran Gámez, escorado a la izquierda, se perfilan de nuevo como los recambios de turno. A partir de ahí, no se divisan grandes cambios en el plan habitual, aunque también es probable que el técnico apriete alguna tuerca en busca de movimientos. Al fin y al cabo, es la parcela del campo donde más recambios almacena y una de las más cuestionadas.

El Córdoba necesita una inyección mucho mayor que la del Mallorca para encauzar sus problemas. Metidos en el sótano de la clasificación y alojados en las plazas de descenso desde la segunda jornada, los blanquiverdes necesitan confirmar en Palma que esas muestras de mejoría que han exhibido en las últimas semanas tienen algo de fundamento. En su último viaje rompieron la cadena de derrotas que llevaban al cuello y la semana pasada pulieron su autoestima noqueando al Extremadura. Unos síntomas de recuperación que, en cualquier caso, precisan de continuidad.

En Palma, donde no pierde desde principios de los ochenta —nunca ha caído en Son Moix—, el Córdoba seguirá sin poder contar con su portero titular, Carlos Abad (lesionado), ni con su goleador más utilizado y productivo hasta el momento, el italiano Federico Piovaccari (sancionado). La portería la defenderá el joven Marcos Lavín y el puesto de ariete será para el serbio Sasa Jovanovic, que participó con dos tantos en el triunfo de hace ocho días.

También se ha quedado fuera de la lista de Sandoval, aunque éste por decisión técnica, el hispano-dominicano Luismi Quezada. Entre la expedición califal, que llegó ayer a la capital balear desde Granada, destacan el regreso del lateral derecho Miguel Loureiro y del centrocampista ofensivo Quim Araujo.