Entrenamiento del Real Mallorca antes de su encuentro contra el Valladolid. | @RCD_Mallorca

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La final de las finales se juega este sábado ante el Valladolid (Zorrilla, 20:30 horas). No hay trofeo por el que pujar, ni título con el que ilustrar las vitrinas. Pero la importancia es mucho mayor porque de ganar o perder va la supervivencia del primer equipo en el fútbol profesional. Caer de Primera a Segunda, tras 16 años en la máxima categoría fue un trauma de difícil asimilación; ahora puede perderse la Segunda División con todo lo que ello representa y bajar a una categoría calificada como un pozo sin fondo desde donde tampoco no es fácil salir.

El Mallorca llega a la última jornada de Liga en el peor escenario posible, en zona de descenso y sin depender de él mismo. Lo mejor, que se mide a un Valladolid sin alma, desmotivado y sin objetivos y con la entidad liquidando a toda la plantilla. El problema, la posible, solo posible, motivación externa que pueda recibir el plantel de parte de los equipos implicados en la lucha por eludir el descenso. Almería y Ponferradina sí dependen de ellos y una derrota mallorquinista en Pucela les daría la salvación aún perdiendo ante Córdoba y Girona.

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Esa realidad deja siempre la sospecha de la duda sobre la mesa, pero el Mallorca tiene en su mano destrozar toda sombra de duda ganando en Zorrilla. Es cierto que puede valerle incluso el empate, pero no hay tiempo para improvisar ni para fiarse de nadie, hay que ganar y esperar. Ganando el porcentaje de posibilidades de permanencia aumenta de forma considerable y a eso hay que agarrarse, a la victoria. Llegar a este punto obliga a hacer una reflexión profunda en el seno del club, pero esto será a partir del lunes. Ahora no toca, ahora hay que ganar, por la afición, por la historia, por el futuro del club y porque la Segunda B es para el primer equipo bermellón una zona oscura, donde habita de vez en cuando el filial, pero no el primer equipo. Por mucho capital americano que haya, lo cierto es que el futuro en la categoría de bronce es un pozo del que es muy difícil salir.

Por eso esté sábado es la final de las finales en comparación con todas las que ha jugado el Mallorca. Disputó hasta tres de Copa; dos de Supercopa y una de la Recopa de Europa. Ahora toca hacer un esfuerzo y ganar la más importante, la que en un futuro a corto o medio plazo va a permitir luchar otra vez por un trofeo.