Biel Company intenta avanzar con el balón ante la presión de un futbolista del Córdoba. | Miquel Àngel Borràs

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Al calendario de la liga solo le queda una hoja colgando. Una última función para encuadernar la temporada y, como mucho, salvarla del incendio al que se expone el Mallorca con el que sería su segundo descenso en tres años. Un partido a tres bandas para evitar las brasas de la Segunda B, a las que el conjunto balear lleva diez meses arrimándose... La ruleta de la última jornada se ha puesto a rodar y la calculadora echa humo. La pelea por la salvación solo afecta ya a tres formaciones, que se jugarán la última caída hacia el pozo en el Arcángel, el Toralín y Zorrilla.

La mejor baza para los isleños es que esa pelea por sobrevivir quedará entrelazada con la subasta por el ascenso, ya que desde el punto de vista puramente estadístico los números son ahora más favorables a Ponferradina y Almería. De las 27 combinaciones de resultados que pueden darse, los de Son Moix se precipitarían al vacío en más de la mitad. Así, el punto de partida es puntuar, porque en el caso de no hacerlo el descenso sería inmediato. Luego, habrá que esperar que Córdoba y Girona pongan algo de su parte en los otros dos focos de atención del sábado.

El hecho de que el Mallorca ocupe la última silla caliente tras la derrota del domingo lo ha trastocado todo. Fundamentalmente, porque ahora el equipo de Vázquez ya no puede limitar su campo de visión al césped de Pucela. Y es que, aunque recolecte algún punto en Zorrilla, podría largarse por el desagüe hasta en cinco de dieciocho supuestos.

El mejor aliado del Mallorca en esa dirección va a ser el golaverage directo, que es favorable a los rojillos en los dos casos posibles: derrotó tanto a Almería como a Ponferradina en casa, empató en los Juegos Mediterráneos y sumó en el Toralín una de sus dos únicas victorias del curso como visitante. Eso podría ayudarle, por ejemplo, a sacarle rendimiento a un empate en Pucela. De hecho, en más de la mitad de los casos en los que atrapara un punto acabaría salvando la cabeza. Para ello, le basta que uno de sus dos enemigos pierda. Si los dos empatan o ganan, los de Vázquez culminarían su particular caída libre. No obstante, la carretera más segura para mantenerse anclado al fútbol profesional es la de la victoria. Ganando, el Mallorca tensaría la cuerda todo lo posible y también obligaría a Ponferradina y Almería a vaciar el cargador frente a dos rivales que no querrán perder el tren del ascenso y que no podrán bajar los brazos ni dejarse llevar. La salvación rojilla pasaría entonces porque uno de los dos no ganara su partido.

En cualquier caso, el triunfo tampoco supone ninguna garantía total, ya que si andaluces y bercianos ganan sus respectivos encuentros la clasificación no se moverá un centímetro y mandará al Mallorca, esta vez sí, al fondo del pantano. El proyecto del Centenario pende ahora mismo de un hilo. Y al mallorquinismo le toca vivir la semana más dura de su vida moderna.