Pepe Gálvez, durante el encuentro contra el Albacete en Son Moix. | Miquel Àngel Borràs

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Un doble pivote; tres mediaspuntas; el delantero de referencia acompañado; la presión más adelantada; las líneas juntas y un mayor atrevimiento. Pepe Gálvez impuso su estilo desde el primer día para cambiar el aspecto del Mallorca. Su estreno desembocó en el triunfo más holgado del curso (2-0 al Albacete) y en la sensación de que, con los mismos ingredientes, puedes cocinar un plato más apetecible. Con más sabor.

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Competir y dar la cara era un precepto obligado en la libreta del entrenador calvianer. Y el grupo balear cumplió con ese mandamiento. El Mallorca mostró su cara más vertical, más atrevida y más valiente de la temporada. Encerró a su enemigo, más blando de lo esperado, a base de ocasiones, aunque el conjunto balear volvió a adolecer de una falta alarmante de pegada en el primer tiempo. Al igual que en la época del Chapi Ferrer.

En el segundo tiempo, el grupo balear no levantó el pie del acelerador. Bianchi rompió su maleficio al marcar en Son Moix de penalti, Brandon firmó un gol de veterano para sellar la victoria más cómoda del curso y relanzar el efecto Gálvez.