El entrenador del Real Mallorca, Javier Olaizola, junto al escudo del club en la sala de prensa de Son Bibiloni.

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Cuando se han propuesto todas las soluciones posibles sin dar con la tecla. Cuando la visión y la razón se nublan y cuando las piernas flaquean, solo queda detenerse, mirar al horizonte, replantearte los pasos a dar y recurrir al corazón, a los valores y a los símbolos. Olaizola ha sido durante muchos años el corazón del vestuario, ha defendido los valores del mallorquinismo como nadie y con el paso del tiempo su figura se convirtió en un símbolo para una afición que siempre estuvo entregada a él.

El entrenador del Mallorca seguramente no tendrá tiempo en estas semanas de hablarles a los futbolistas de lo que representaba 'Don Bernat' para el club, de las lágrimas de Mestalla, del trofeo 'Pundonor' que le entregaba el añorado Miguel Garro, de la festa de Carrer de 'Tacha', del espíritu del Sitjar, de Vallecas y de tantas y tantas experiencias que han forjaron su carácter y le dotaron de una personalidad arrolladora. Ahora Olaizola va al grano, pero sin olvidar unos mensajes que estos últimos meses habían pasado demasiado desapercibidos. Es cierto que hay que tapar vías de agua desde el punto de vista futbolístico, pero no es menos cierto que Pep Alomar y Javier Olaizola tienen un papel de enorme trascendencia estas última semanas de competición y esta misión es devolver la autoestima a un grupo perdido. «Yo creo en este equipo y el equipo también cree», aseguró el entrenador del Mallorca en su primera rueda de prensa previa a un partido. «Es una auténtica final», indicó el técnico a a la hora de calificar el encuentro frente al Girona. Al grupo se le ve ahora más feliz, menos encorsetado, más confiado. Con más fe.

«Tenemos que salir con el alma y el corazón en cada acción. Eso no quiere decir que tenga que aparecer la ansiedad, pero también sé que los resultados, cuando se trabaja bien, terminan llegando», apuntó el recién nombrado entrenador del Real Mallorca.

Javier habló de la necesidad de «recuperar la confianza» y de su convencimiento a la hora de vaticinar un resultado final. «Apuesto al dos en la quiniela. Si hago veinte quinielas en todas apostaría al dos. Personalmente estoy convencido», dijo.

Olaizola tiene también una misión difícil y es la de recuperar a Hemed y Geijo para la lucha. «Ocupan una posición de mucha responsabilidad y cuando no llega el gol los delanteros se obsesionan y puede aparecer el bloqueo mental. Pero las ocasiones llegarán y deben estar concentrados para convertirlas. Son dos pedazos de futbolistas», argumentó Javier Olaizola. «No vendo motos y sí estoy tremendamente confiado», añadió. El entrenador, años atrás capitán, como muchos mallorquinistas no contempla bajo ningún concepto que el Mallorca pueda bajar a Segunda División B. «Qué el club me necesita...voy a muerte y encima con esta plantilla....me tiro por un barranco con los ojos cerrados. Lo que más quiero en mi vida es a mi madre, a mis hijos y a este escudo», dijo el vasco señalando su camiseta.

Olaizola recuerda que nunca fue expulsado por roja directa y que ahora como entrenador, se comportará. «Defendemos al escudo más grande del mundo y ahora no podemos salir en todos los telediarios con según qué formas», señaló el entrenador.