Imagen del futbolista del Real Mallorca David Generelo lamentándose tras una derrota.

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El mallorquinista vive una época convulsa e incierta. Temeroso por el futuro que le espera al club y por verse abocado al descenso a Segunda B, los aficionados, al igual que el primer equipo, ha marcado en rojo el encuentro contra el Numancia de Soria de mañana sábado. Es una final. Mejor dicho, es la final. Después quedarán cuatro partidos más para seguir sufriendo hasta perder el alma si hace falta, pero a nadie escapa que el choque en Los Pajaritos es uno de los más importantes de la historia del Mallorca porque existe un factor psicológico clave: la posibilidad de verse en zona de descenso a Segunda B.

EL PASADO
La época moderna ha estado plagada de otro tipo de ‘finales’

La afición del Mallorca sabe lo que es luchar por ascender a Segunda, también a Primera y desde que logró el último de los ascensos a la máxima categoría, se había acostumbrado a ser uno más en el panorama de la Liga de las estrellas. En el 91 jugó la final de Copa frente al Atlético en lo que fue la primera gran cita del mallorquinismo en la lucha por un título. Pero fue a partir del último ascenso en Vallecas cuando el fútbol cambió radicalmente, cuando llegó a pasos agigantados la nueva era del balón y ahí el Mallorca era protagonista directo junto a su afición. Se acostumbró incluso a jugar finales...pero ninguna de ellas era para evitar el descenso al infierno de Segunda División B. Por eso el partido en Los Pajaritos tiene esa pinta de final del siglo, de partido casi sin vuelta atrás. La gran pregunta que se hace el mallorquinismo es clara: ¿Sabrá el equipo reaccionar si mañana el Mallorca cae en zona de descenso? Hay tiempo de reacción en los próximos cuatro encuentros, pero nadie quiere verse en el vagón de cola porque nadie sabe cómo puede reaccionar un equipo que mentalmente es muy débil y futbolísticamente no es superior a nadie.

MENSAJE
Las «buenas sensaciones» del técnico

A estas alturas de temporada se hace difícil quedarse solo con las «buenas sensaciones» que asegura tener Lluís Carreras con vistas al encuentro frente al Numancia de Soria porque después de cinco jornadas sin sumar un solo punto, la depresión es absoluta en el seno de la hinchada bermellona. Los aficionados quieren una victoria para alejar los fantasmas y el equipo requiere también de un triunfo de calidad para tomar impulso y creer en sus propias posibilidades. Sin Gerard Moreno, al que ha perdido por lo que resta de temporada, y para este encuentro también sin Generelo, el equipo se encamina hacia una final de vértigo, hacia una final para tratar de sobrevivir a la quema, hacia una final para mantener la esperanza.

SERRA FERRER
Un proyecto que se inició con luces y ahora todo son sombras

Pocas personas han dilapidado un crédito tan ilimitado como el que tenía Serra Ferrer cuando tomó el control del club. Ahora, con el equipo a las puertas de Segunda B y con una fractura social sin parangón, el de sa Pobla junto a Biel Cerdà han enterrado el trabajo de toda una década de ensueño. Las finales ya no son para ganar títulos como ocurrió en el Calderón, en Mestalla, en el Martínez Valero, en el Camp Nou, en el Bernabéu o en Villa Park. Ahora la final es para no descender al peor de los infiernos. A ese infierno de la categoría de bronce que puede tener consecuencias imprevisibles para una entidad que debe además cumplir con los requisitos que exige el acuerdo que resultó del concurso de acreedores.

ANSIEDAD
La pésima temporada obliga ahora a jugar contra el miedo

La pasada temporada el equipo no fue capaz de superar el descenso a los infiernos y en la recta final dejó escapar puntos clave para sobrevivir al descenso. Este año la historia se repite y el grupo ofrece síntomas muy parecidos a los exhibidos el pasado curso. Imprecisiones en el juego, errores graves defensivos, oportunidades claras desaprovechadas, inseguridad...Detalles que deben desaparecer para la final en Los Pajaritos. El Numancia está también en una dinámica terrible, casi tan mala como la del Mallorca. Para ellos también es una final, para los baleares es mucho más. Está en juego el presente y sobre todo el futuro de la institución.