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Al margen del gran examen global al que se enfrenta ante el Eibar, el Mallorca va a tener que superar otro montón de pequeñas pruebas si quiere alejarse de las calderas de la clasificación y disfrutar de un cierre de campaña sin sobresaltos. Y aunque se le aparecen los problemas en casi todas las líneas del campo, sobresalen de forma inquietante los números que ha redactado últimamente en ataque. Hoy, además, toca pasar por la caja de la defensa más sólida y férrea de la categoría, ya que el Eibar, con 26 goles en contra, promedia únicamente 0,72 tantos recibidos por encuentro.

Desde que derribó las paredes del Alfredo di Stéfano (23 de marzo), el Mallorca solo ha alcanzado una vez el rostro de sus rivales. Fue contra el Lugo, durante la batalla del Anxo Carro, y al final no sirvió para nada. Riverola acertó en la diana gallega después de que un defensa local desviara su proyectil e incentivó la esperanza de un equipo que por entonces soñaba con obtener un alojamiento entre los puestos de playoff. Sin embargo, el conjunto rojillo no aprovechó las ocasiones que fabricó en el tramo final del encuentro y acabó mirando al suelo de rodillas.

Al margen de ese afortunado tanto del jugador cedido por el Bolonia el Mallorca no ha vuelto a celebrar nada serio. Antes de viajar a Lugo empató sin goles contra el Recreativo y volvió a atascarse después contra la Ponferradina (2-0) y el Deportivo (0-3). Por si fuera poco, también fracasó en su intento de perforar las redes de Mendizorroza (1-0).

La sequía señala directamente a los puntas rojillos. Gerard, un francotirador de garantía durante la primera vuelta, no marca desde el 26 de enero; Hemed, en plena lucha por rehabilitarse del todo, solo vio el cielo abierto en Valdebebas y Geijo, que hoy no estará ni en el banquillo, ni siquiera le ha quitado el precinto a sus estadísticas.