Alfaro intenta controlar un balón durante el partido en Riazor. | F. Roldan

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Puede ser que se les olvide el cumpleaños de sus esposa o de su marido; el día de las bodas de plata o incluso el del santo de su madre, pero difícilmente olvidará el partido de esta mañana en Son Moix. Si es mallorquinista no se le olvidará porque de ganar o perder ante el Deportivo (12:00 horas) va la posibilidad de seguir soñando con el ascenso o dimitir de toda posibilidad de subir a Primera a través del playoff.

Hoy es domingo de resurrección y precisamente lo que pretende el equipo balear es resucitar de sus cenizas, encontrar el camino, ganar y convencer. Es decir, casi todo lo que no ha hecho esta temporada. Una derrota, convertiría este domingo de esperanza en una jornada de perdición, donde se romperá toda mínima esperanza de alcanzar la gloria. Qué cruz.

Transita el Mallorca por esa zona en la que tres puntos te dan un hilo de vida, un gramo más de esperanza, pero una derrota te sitúa en pleno precipicio, en el vagón de cola, en esa ventana donde al asomarte ves el descenso a Segunda División B. Si la categoría de plata es el infierno, la de bronce es una dimensión desconocida para las nuevas y no tan nuevas generaciones de mallorquinistas.

Igual de mal

Este mediodía de pasión el destino quiere que el Mallorca intente reaccionar ante el mejor equipo de Segunda, el Deportivo de Fernando Vázquez. Más o menos los dos clubes han hecho las cosas igual de mal porque los dos descendieron, los dos abusaron de la caja y ambos están metidos en el lodazal de Segunda. Han estado o están en concurso, pero la gran diferencia está en la planificación, en las bases de presente y futuro, en la idea de cómo llegar a Primera por la vía más rápida. No hay color y ahí ha gando el club gallego. Han dado con la tecla que Serra Ferrer no ha encontrado en el puñado de años que lleva ya dirigendo esta pesadilla. Lo que en Galicia ha sido posible, aquí no ha habido manera y el partido de esta mediodía enfrentará a dos equipos con rachas y dinámicas diametralmente opuestas. El Mallorca mira hacia abajo y quiere mirar hacia arriba, pero para eso necesita ganar, algo que no ha hecho en los tres últimos partidos del campeonato regular. El Deportivo está arriba y pretende continar mirando hacia lo más alto y desde el punto de vista de equipo tiene las cosas mucho más claras, es más sólido, es más equipo, se lo cree más desde el principio y sus apuestas han salido bien. Ganarle va a ser difícil, pero será imposible si el Mallorca es el mismo que jugó ante el Lugo y la Ponferradina. Ese Mallorca no gana a nadie y mucho menos al mejor equipo de Segunda. Hoy, para conseguir los tres puntos, hay que plantear un partido de Primera donde la intensidad vaya acompañada de criterio. Es el partido. Es casi cuestión de fe.