Michael Blum, a la derecha de la imagen, junto a Utz Claassen, de quien ha sido hombre de confianza. | Jaume Morey

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El proyecto de Serra Ferrer sigue llevándose por delante a todo y a todos. No diferencia entre entrenadores, directores generales, empleados, apoderados, presidentes... da igual. El último en tomar la puerta de salida es Michael Blum, hasta ayer mismo director general del Real Mallorca y que a media mañana anunció la dimisión del cargo que venía desempeñando desde el pasado 13 de enero.

El que es hombre de confianza de Utz Claassen razona su marcha por la imposibilidad de convivir con el presidente Biel Cerdà del que dijo «no puedo tolerar más los constantes insultos, desprecios y maniobras». Según el exresponsable de la dirección general «en varias ocasiones, él [en referencia a Cerdà] ha insinuado, declarado e indicado que tiene conocimientos e informaciones potencialmente muy importantes para la buena marcha del Mallorca, pero no solamente no ha compartido estas informaciones, y mucho menos ha intentado facilitar la gestión del club, sino que se ha dedicado, más que nada, a poner pegas y a obstaculizar la misma», señala Blum en una carta remitida a todos los miembros del consejo de administración.

Su obsesión

Blum indica que Cerdà está «obsesionado» con él y que esto se manifiesta en las relaciones del consejo. El exdirector general manifestó posteriormente en declaraciones a

Ultima Hora que el futuro del Mallorca es incierto con Cerdà involucrado en el club como presidente del consejo. «Los empleados sufren muchos desprecios, insultos y humillaciones por parte de Cerdà. Quiere hacer ver que todavía tiene el control del club al grito de ‘yo soy el presidente’ y el club se dirige hacia un camino muy negro con él ahí dentro», apunta el exdirector general.

La posición cómoda de Serra Ferrer, agazapado en la trinchera, mirando de lejos cómo se descompone el Mallorca tampoco es del agrado de Blum, que entiende que el máximo accionista ha situado a su alrededor una serie de escudos que le permiten mantenerse en una zona situada al margen de los focos, cuando realmente es quien permite y mantiene a Cerdà en la presidencia y apuntando al resto de miembros del consejo de una gestión de la cuál es Serra Ferrer el máximo y principal responsable. Blum, consciente de que con Cerdà por las oficinas y con Serra mirando a otro lado no hay nada que hacer, ha decidido poner punto y final a su etapa como director general, aunque continuará vinculado a la entidad como consejero. Respeto al salario que ha cobrado estos tres meses –12.000 euros mensuales aprobado por el propio consejo– Blum asegura que «no entré por dinero y no he salido por dinero. Accedí al cargo porque se dio la posibilidad, me atrajo la opción de ayudar desde dentro y he hecho todo lo que está en mi mano. Ahora podría haber seguido forzando un despido o una indemnización y no lo he hecho. He dimitido y me marcho. Con esto quiero decir que en mi ánimo no estuvo entrar por dinero, porque afortunadamente cuento con una agencia de comunicación, y ahora tampoco salgo por dinero», manifestó Michael Blum. Con su marcha, el exdirector general, desconoce qué figura se implantará para hace la gestió del club ágil. «Intenté que se aprobara la figura de un apoderado con capacidad para poder hacer frente al pago de acreedores y para autorizar la gestión de las nóminas, pero esto no salió adelante y por lo tanto el consejo debe seguir reuniéndose», manifestó Blum, que ya es historia como director general.