Lluís Carreras. | Pere Bota

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Después un accidentado aterrizaje en Son Moix o de sufrir durante un partido las elevadas temperaturas del entorno mallorquinista, Lluís Carreras Ferrer (Sant Pol de Mar, Barcelona, 1972) ya sabe dónde se encuentra. Pasó mucho tiempo viviendo en la casa y conoce el contexto de la categoría, pero es consciente de que esta vez se enfrenta a un desafío mayúsculo. Gigantesco. Asegura que no ha hablado con José Luis Oltra, pero tampoco descarta hacerlo en breve. Mientras tanto, llega para cubrir un ciclo de 15 partidos que marcará de un modo u otro la vida del club. Califica su debut de irreal por las circunstancias que lo envolvieron y, de momento, no descarta nada. Por empinado que ahora parezca.

—Su primer partido con el Mallorca, que parecía un sueño, derivó en una pesadilla.
—Ya dije que me pareció un partido irreal, de los que no te esperas. Tienes que tener siempre alternativas y prever lo que puede pasar, pero no tanto como para pensar que todo iba a sucederse así. Las expulsiones lo cambiaron todo. Jugar con dos hombres menos ante el equipo que más posesión tiene de la categoría es prácticamente imposible. Aun así, al final la tuvimos.

—El planteamiento inicial, esperando, ¿obedecía a su sistema o solo se tanteaba al rival?
—Nosotros hablamos en el vestuario de un planteamiento ofensivo y otro defensivo, lo que pasa es que en cinco minutos no pudimos ver mucho de lo que habíamos preparado y nos tuvimos que readaptar a la situación. Habíamos planteado en salida de balón del Barcelona una defensa estática, arriesgar y jugar uno contra uno, pero en cinco minutos no sacaron ni una vez de puerta. Si vas a presionar en uno contra uno a un Barça en superioridad te pueden caer veinte.

—¿A qué obedeció el cambio de Álex Moreno?
—Son decisiones que hay que tomar sobre la marcha, muy rápido. Quería seguir con un 4-4-1 y tenía ganas de ver a Hemed ante Sergi Gómez y Edgar Ié. Quería jugar con el ‘factor Hemed’. Lo veo bien y creo que es muy importante para el equipo y la afición.

—Dijo que afrontaba el reto más importante de su vida. ¿Es más complejo de lo que preveía?
—Es que yo creo que no hay nada fácil, que todo es muy difícil. Ganar lo es, por sencillo que pueda parecer desde fuera. Todos los retos lo son. Y éste es el más importante y el más difícil porque es el que tengo.

—¿Le sorprendió el ambiente de crispación que se respira?
—Lo conocíamos y estábamos informados. El ambiente es de ‘cuchillos largos’, de estar todo al límite, de que cualquier cosa que pase tenga que ser trascedente.

—¿Qué vestuario se ha encontrado en el plano anímico?
—Muy jodido por lo que tuvieron que vivir con el anterior entrenador, pero el jugador profesional sabe adaptarse a cualquier situación. Lo pasado, pasado está y ahora se han renovado cosas y hay ilusión. El golpe del otro día fue duro, pero el estado de ánimo del jugador cambia por muchos otros factores.

—Su elección como técnico fue particular, ¿le preocupa?
—No. A mí me ficha el director deportivo, que es quien debe fichar. A lo que puedan decir otros le tienes que dar la importancia que tiene. Si Aragonés o Guardiola me hubieran dicho que dejara de entrenar porque no tengo ni idea me lo tomaría en serio y recogería los trastos. Ahora bien, que lo diga otro me da igual. Las críticas deben afectarte según de quién vengan. ¿Es especialista en la materia el que me critica? No, pues no tiene importancia.

—Quien le cuestionó es un accionista de peso y sus palabras pueden parecer irreverentes.
—No puedo valorar las palabras de alguien a quien no conozco y que no me conoce a mí.

—¿Le ha sorprendido el estado de deterioro del club en relación a lo que conocía?
—Al final todo se reduce a ganar o perder y si el equipo gana todo es bonito. Aquí se está superando aún el golpe del descenso y todo se ve feo. Solemos hacer valoraciones atendiendo únicamente al resultado, aunque es verdad que es lo que marca. Y antes todo era tan bonito porque el equipo ganaba.

—¿Qué Mallorca aspira a construir a partir de ahora?
—En catorce partidos, aspiro a sacar rendimiento, resultados. La adaptación de un equipo a un entrenador y de un entrenador a un equipo no es tan fácil. Lo que no puedo transmitirles a los jugadores es algo que no siento. Debo aplicar mi sello y luego los jugadores lo interpretarán de una forma u otra.

—¿Hay más trabajo futbolístico o psicológico?
—Es un conjunto técnico, táctico, físico y mental y no podemos dejar una parte descuidada. La situación actual afecta a los jugadores, pero lo hace sobre todo en las horas muertas, no a la hora del partido. La carencia está en el resultado y los jugadores con los que he hablado confían en el cambio y quieren ir hacia adelante. No es que antes no creyeran en lo que hacían, sino que se deterioró todo tanto que ahora necesitan algo que les dé un punto de inflexión. El cambio de hábitos debería darles otro aire.

—Tiene a muchos jugadores que acaban contrato en los próximos meses, ¿es importante?
—Cuando vine sabía perfectamente quién acababa y quién no, y debo adaptarme a ello. Yo finalizaba contrato aquí antes de irme al Atlético y en el último partido mordía. Si algo es el jugador es egoísta, en el buen sentido de la palabra, y salvo la afición no hay nadie que quiera ganar con más fuerza que ellos. Ni el entrenador. Lo ideal sería otro escenario, pero no creo que vaya a afectarnos.

—Que el equipo esté instalado tan abajo, ¿altera su objetivo? Porque sí parece que el ascenso directo es una quimera.
—Ya veremos. Ahora mismo es cierto que hay que ganar tres o cuatro partidos más de los que están arriba. Es cierto que en estos momentos es complicado. Veremos.

—La falta de solidez defensiva es evidente. ¿El Mallorca de Carreras empezará a crecer por ahí?
—El proyecto de Carreras es intentar ganar, aunque sea 4-3. Lo que sí quiero que tengan muy claro es lo que hay que hacer cuando ataquemos y cuando defendamos, dependiendo del rival. Si hacemos eso, analizando a los rivales, tendremos opciones de no encajar y de meter.

—Dentro de ese objetivo, ¿qué camino quiere escoger?
—Ganar es muy difícil y si viene alguien diciendo que va a ganar, miente. Trabajaremos y nos esforzaremos por hacerlo y por ser competitivos, pero después saldrá o no saldrá. Debemos ser anchos para atacar, con líneas de pase lo más largas posibles para dificultar el robo del contrario y juntarlas muy bien para defender, que en función del rival se hará más adelante o más atrás.

—Se le identifica normalmente con el estilo Barça. ¿Es eso incompatible con esta situación?
—No he ido a ver nunca un entrenamiento del Barcelona, no he entrenado nunca allí y me he nutrido de los técnicos que he tenido, como Luis Aragonés, Johan Cruyff, Héctor Cúper... Creo mucho en el juego de posición porque considero que la mayoría de equipos juegan de la misma forma, y después darle pequeños matices.


—¿Qué es lo que más le ha gustado de la plantilla?
—Todo en general. Los entrenadores son personas y tienen feeling. En Sabadell, por ejemplo miraba a Lanzarote y tenía ganas de darle hasta un abrazo. Pero con De Navas, que era una institución, me ponía como una barrera, aunque el día del ascenso nos abrazamos y lloramos juntos. Aquí a alguno le guiñé el ojo el primer día y me sonrío. Somos todos personas.

—¿Qué entrenador de los que ha tenido le ha marcado más?
—Luis Aragonés lo reúne todo: tiene cosas de Cruyff, Cúper, Antic, Peiró... Su vida es la prolongación del jugador-entrenador que nunca ha dejado de ser futbolista para ser técnico. Él es el entrenador. Y su premio fue tener a los mejores jugadores del mundo, ya que antes entrenó a Betis, Oviedo... Johan (Cruyff), por su parte, tiene un talento innato. Lo que te decía lo aplicaba jugando y no era un gran preparador de partidos, pero se rodeaba siempre de gente con mucha calidad. La trayectoria del entrenador hay que analizarla en varios contextos.

—¿Qué pensaba durante aquellas 48 horas en las que se anunció y anuló su fichaje por el Mallorca?
—Lo pasas mal. El que peor lo pasó fue Oltra, luego los jugadores y al final, los miembros de mi equipo, nuestras familias y yo. Vives en la incertidumbre.

—Con Piterman, en el Alavés, ya hizo un máster en caos institucional.
—Él empezó con una suavidad asombrosa. Al principio escuchaba mucho a los veteranos y cuando le decíamos que fichara a uno o a otro decía que si él ponía el dinero, él fichaba y él entrenaba. Me parecía muy bien, pero luego empezaron los insultos, los jugadores apartados... Quiero equivocarme yo, decía. Y vaya si lo hizo.

—¿Se considera una elección de Serra Ferrer o de Toni Prats?
—Creo que Prats es la continuidad de Serra. De hecho, estaban trabajando juntos.

—Uno de los debates más encendidos está en la portería. Usted ha apostado por Aouate...
—No soy de cambiar al portero, porque creo que necesitan estabilidad, saberse titulares. Me decidí por Dudu por la situación, el rival... No salió bien y la confianza en Zaragoza la tendrá Rubén. Luego ya será mi decisión, pero sin tener en cuenta lo que pase en La Romareda porque sería injusto.

—¿Qué le parece que el presidente, que no se habla con sus compañeros de consejo, estuviera a su lado durante su presentación o que no acuda al palco?
—No son situaciones muy normales, ni ideales. Debemos recapacitar todos. Más con el corazón que con la cabeza, porque todos, del primero al último, debemos ir en la misma dirección y pensando en el escudo que representamos.