Alejandro Alfaro lamenta una ocasión fallada durante el partido. | Jaume Morey

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Mallorca 1 - 3 Sporting

Mallorca: Miño; Nsue, Cadamuro, Nunes (Geijo, min. 56), Kevin (Hemed, min. 78); Alfaro, Thomas (Generelo, min. 65), Bigas, Álex Moreno; Marco Asensio y Gerard Moreno.

Sporting de Gijón: Cuéllar, Luis Hernández, Bernardo, Mandi, Canella; Sergio Álvarez (Lora, min. 75), Nacho Cases, Alex Barrera (Hernández, min. 87), Santi Jara; Scepovic (Lekic, min. 90) y Carmona.

Goles: 0-1, min. 43: Nacho Cases; 0-2, min. 53: Canella; 1-2, min. 89: Geijo; 1-3, min. 91: Carmona.

Árbitro: Figueroa Vázquez (comité andaluz). Amonestó a Sergio Alvarez, Bigas, al técnico del Mallorca José Luis Oltra, Nacho Cases y Carmona.

Fracaso a fracaso, el Mallorca se sigue llenando los bolsillos de piedras. Empeñado en dar vueltas sobre sí mismo y en deshacer todas sus actualizaciones cada vez que se encuentra de frente con uno de sus compañeros de cabina, se asoma el equipo de Oltra a una de las regiones más conflictivas del curso con el cuerpo amoratado y las fuerzas cada vez más justas. En otro ejercicio de insuficiencia, desesperación e impotencia, los baleares volvieron a dejar a la vista todas sus grietas, algunas de una profundidad inquietante. Mentalmente agotado, sin alma y sometido de principio a fin por un Sporting mucho más desarrollado, el grupo compuso la actuación más desgarradora de los últimos meses y vuelve a ser arrastrado por la corriente. El problema es que esta vez que apenas divisa tablones a los que agarrarse (1-3).

No había empezado a correr el reloj y el Sporting ya había marcado a fuego su terreno y el partido. Valló el centro del campo, depositó la bola sobre la superficie mallorquinista y empezó a maniobrar, siempre con un aire autoritario. Santi Jara ametralló a Miño a los cuarenta segundos y a partir de ahí, la refriega solo tuvo una única dirección. También es verdad que el Mallorca llegó a romper una vez la burbuja con un gesto de rabia que pudo reventar el encuentro. Mientras se asentaban los cimientos de la muralla que edificó Sandoval en la franja central, Bigas recuperó el cuero y se lo entregó a Alfaro perfectamente empaquetado. Sin embargo, al onubense se le nubló la vista ante Cuéllar y lo único que hizo fue apretar los grilletes que aprisionaban al equipo y a la grada.

Superioridad

Al margen de ese destello, que solo sirvió para quebrar una monotonía ya desquiciante y despertar al estadio, el Mallorca no compareció en todo el primer acto. Entre otras cosas, por culpa del dispositivo de seguridad que habían instalado Sergio, Barrera y Nacho Cases. Entre los tres devastaron el centro del campo bermellón y embaldosaron el camino de la victoria con un gusto exquisito. Con todo, le costó al conjunto asturiano desenvolver el marcador pero cuando lo hizo también se llevó por delante los últimos gramos de autoestima local. Primero lo acarició Scepovic tras ganarle la espalda a Cadamuro. Y justo sobre la línea del descanso, Carmona barrió su carril y Nacho Cases, en medio de un bosque rojillo, taladró la puerta defendida por Miño.

Después de un primer tiempo vacío, plano y desesperante, esperaba Son Moix a un Mallorca enrabietado a la vuelta del descanso. Sobre todo, por los precedentes de los últimos meses, que habían exhibido a una formación bipolar y con una admirable capacidad de reacción, porque lo proyectado en el asalto inicial tampoco invitaba precisamente a repartir confeti. Sin embargo, de poco sirvió el desfile por los vestuarios. El Sporting, que venía con la lección bien memorizada, no solo mantuvo en alto la guardia. Además, para ahorrarse disgustos, se apresuró a echar el candado.

El encuentro lo acabó de romper un defensa, Canella, habituado a llamar la atención durante sus incursiones en el Camí dels Reis. Sin la oposición de Nsue para bloquear su costado, el lateral le sacó los colores a Nunes en plena carrera y a Miño durante el tiroteo posterior (minuto 53).

De ahí hacia adelante, todo fue prescindible. Oltra removió el once sin consecuencias y el Sporting, con el partido y el golaverage a cubierto, tampoco quiso cebarse. Alfaro lo apretó todo durante el epílogo pero Carmona, ya con el árbitro recogiendo, lacró el marcador con un tanto precioso y lleno de rabia que aparte de mantener al Mallorca destrás de la línea roja, lo devuelve, gravemente herido, al interior de su agujero negro.