Pedro Geromel, uno de los protagonistas negativos del año, se lleva las manos a la cabeza tras una derrota. | H. KALLIS

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El 2013 futbolístico se va por el desagüe y con él, algunas de las peores noticias que ha protagonizado el Mallorca en los últimos tiempos. En la era de la fotografía digital, el club balear ha recuperado las estampas más descoloridas de su álbum de recuerdos. El descenso del primer equipo, un balance en números rojos (40 partidos de liga disputados entre Primera y Segunda y solo 13 victorias) o la caída del filial marcan la cronología de doce meses de oscuridad en lo deportivo y tensión en lo institucional. Ahora, con la persiana bajada, el conjunto bermellón solo sueña con olvidarlo todo cuanto antes, revertir su destino al darle la vuelta al calendario y, por supuesto, marcar el nuevo año como el del octavo ascenso de su casi centenaria biografía.

Más allá de volver a una categoría que no pisaba desde hace más de tres lustros, el Mallorca ha tenido que padecer la dureza de un hundimiento 21 años después de despeñarse por última vez. Destapó el 2013 esperanzado por aquella engañosa victoria que selló en el Villamarín justo antes de zambullirse en el asueto navideño, pero un mal partido contra el Atlético de Madrid apagó su euforia.

Más problemas

Luego llegó una serie de seis derrotas y un empate en siete jornadas que se llevó por delante a Caparrós y trajo de vuelta a Manzano, con su consiguiente polvareda. Con el jienense al volante la salud del proyecto apenas mejoró. Sumó triunfos tranquilizadores, pero también un montón de oportunidades perdidas y pese a llegar con vida al último episodio, se quedó a un gol de la permanencia y descendió entre lágrimas y algún que otro reproche de la hinchada a sus dirigentes.

Llegó el verano, una renovación incompleta de la plantilla y más decepciones. A ras de hierba el nuevo Mallorca de José Luis Oltra protagonizaba en septiembre el peor arranque de su historia y le decía adiós a la Copa de forma vergonzosa, mientras a la altura del palco todo seguía enredándose.

Tras casi una vuelta de recorrido por la categoría de plata, el Mallorca sigue sin encontrar su carril y avanza a tirones, pero lo más positivo es que, pese a todo, sigue viendo el faro que ilumina el camino de vuelta. La victoria ante el Girona del domingo refuerza sus propósitos de cara a 2014, aunque en las entrañas del vestuario son conscientes de que casi todo su margen de error se ha diluido en los últimos meses, entre la angustia de sus peores pesadillas.