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Si en Son Moix hay espacio para los milagros, en los libros de historia del Mallorca no hay referencias de hazañas como la que exige ahora el guión para salir a la superficie. Básicamente, porque siempre que el equipo ha desprecintado la última jornada acampado en los puestos de descenso no ha vuelto a moverse. O estaba sentenciado o, simplemente, no encontraba la manera de levantar el vuelo. Al final, un rosario de decepciones que darán ahora paso a un trepidante pulso a la historia.

El club ya experimentó la sensación de llegar así al cierre a mediados de los sesenta, poco tiempo después de celebrar el segundo ascenso de su historia. Compartía espacio al fondo de la tabla con el Betis, el Málaga, el Sabadell y el Espanyol. Casi todos fallaron a la hora de la verdad y, en el caso de los isleños, cayeron goleados en el campo del Madrid (5-1). De aquel pelotón solo el conjunto perico y el arquelinado salvaron el tipo. Baleares y béticos descendieron directamente y el Málaga lo haría en una promoción posterior.

La siguiente experiencia en el barro ni siquiera generó un gramo de expectación de cara a la última jornada, ya que el Mallorca se plantó sobre la línea sin opciones de escaparse del fuego del descenso. Con la tierra firme a más de un paso de distancia, de nada sirvieron los tantos de Parera y Cifre en Pasarón (0-2). Los rojillos se precipitaron en compañía de dos equipos gallegos: su última víctima, el Pontevedra, y el Deportivo.

Algo similar ocurrió en la campaña 1983-84, uno de los ejercicios más lamentables de su biografía. El Mallorca, que esa temporada solo celebró tres victorias, acudía también como colista a la despedida del torneo. Salvó el honor arañando un punto ante el Cádiz (1-1) gracias a un gol de Riado y aprovechó el patinaz o del Salamanca en Sevilla para adelantarle por el carril de la izquierda y maquillar su historial.

Un poco más de fortuna encontró en el curso 1987-88, en el que un empate en el Luis Casanova (gol de Nadal) le ayudó a ascender un peldaño y a forzar el descenso directo de Sabadell y Las Palmas. En cualquier caso, tampoco blindó del todo la categoría y obtuvo el acceso a una promoción que le cruzaría con el Oviedo. Perdió por la mínima en Asturias (2-1) y no pasó del empate a cero entre las paredes del viejo Sitjar. Ese es, hasta el momento, el último descenso que ha padecido el club en su propio centro de operaciones.

El círculo se cierra en la campaña 1991-92, precisamente con Serra Ferrer dirigiendo al cuadro mallorquinista desde la banda. Abrochó el campeonato conquistando La Romareda con goles de Sergi López y el olímpico Antonio Pinilla -entre uno y otro anotó el zaragocista Aguado-, pero el descenso ya era real. De hecho, también se había impuesto en la penúltima entrega de la Liga a la Real Sociedad de John Benjamin Toshack (2-1, Milojevic y Pinilla marcaron los locales, Oceano para los visitantes). Descendió de la mano del Valladolid y Cádiz y Deportivo eludieron el drama en la promoción.