El centrocampista del Levante Vicente Iborra (i), trata de controlar el balón ante la oposición del jugador israelí del RCD Mallorca, Tomer Hemed (c). | Efe

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El final de la cuenta atrás resuena ya con fuerza en los suburbios de la Liga. La hora de la verdad ha llegado y ya no hay camino de regreso. Ganas y posiblemente te salvas. Pierdes y te vas a Segunda. Así lo ha querido un Real Mallorca inmerso en un mar de dudas, de inseguridades, de errores arriba y abajo, de temblores en los momentos clave. Ahora si tiembla se va a Segunda y por lo tanto hoy ante el Levante no conviene hacerlo. Ya no es una final, es algo más. Es una simple cuestión de supervivencia, un ejercicio de fe, de autoestima y de convicción. Hoy los baleares se miden a un Levante en estado de sospecha (12:00 horas, Son Moix) y la consigna es no fallar. De lo contrario, adiós.

Se autoxige la victoria el equipo rojillo por muchos motivos, pero sobre todo porque el tiempo para reaccionar se ha acabado e incluso una victoria puede mantenerte en las tinieblas, pero todo lo que no sea ganar te mete de lleno en un túnel oscuro y sin final. El Levante en plena guerra civil interna es el equipo ideal para morderle. Allí nadie se fía de nadie y eso es poner en bandeja la victoria.

Pruebas

Manzano sigue con problemas, con pruebas y con esos ‘tics’ de entrenador incomprensibles por la falta de claridad en sus expliaciones. Ni Pereira ni Luna están en la lista, posiblemente ya no lo vuelvan a estar más. Vuelve Nsue tras superar su enfermedad y en el once hay, como siempre, dudas en prácticamente todas sus líneas. Eso tal vez es lo que más ha perjudicado al equipo durante toda la temporada. Encontrarse una jornada y otra sin patrón de juego, improvisando más de la cuenta, quitando ahí y tapando allá. Así es muy difícil, pero unas veces por las circunstancias y otras por las decisiones técnicas, la realidad es que hoy hay más de lo mismo. Se caen Antonio López y Bigas por lesión, Nunes no está en su mejor momento y Fontàs sigue, al parecer sin contar. Demasiados recursos propios fuera. Con o sin trivote Manzano quiere una reacción solvente y más después del tropiezo en La Romareda. Es necesario un esfuerzo brutal a estas altura de temporara porque además de jugar su partido, el Mallorca sigue jugando cada jornada con el Zaragoza, Celta, Deportivo, Granada y Osasuna. Juega muchos partidos en uno y eso, en un equipo de moral tan débil, siempre es un problema. Los motivos para el optimismo están puestos en el ambiente de la grada, en el punto de electricidad de Gio, en si Alfaro recupera la pegada que exhibió antes de Zaragoza y en si Hemed puede seguir enchufándola cuando más lo necesite el equipo. Así es la ruleta rusa en la que está metido el Mallorca. Es un sufrimiento constante. Es momento de tomar aire.