El delantero israelí del Real Mallorca, Tomer Hemed (d), lucha un balón con Javier Paredes, del Real Zaragoza. | Efe

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Zaragoza 3 - 2 Mallorca

Zaragoza: Roberto; José Fernández (Paredes, min.46), Sapunaru, Alvaro, Abraham; Pinter, Apoño; Víctor Rodríguez (Bienvenu, min.83), Rodri (Rochina, min.53), Montañés; Postiga.

Mallorca: Aouate; Hutton, Geromel, Anderson Conceiçao (Nunes, min.24), Antonio López; Martí, Pina (Casadesús, min.74), Tissone; Giovani, Alfaro (Arizmendi, min.62) y Hemed

Goles: 0 - 1, min. 11, Hemed. 1 - 1, min. 29, Montañés. 2 - 1, min.60, Postiga. 2 - 2, min.82, Arizmendi. 3 - 2, min.88, Rochina.

Árbitro: Alvarez Izquierdo (C. Catalán). Amonestó a Fernández (min. 11), Rodri (min. 18), Apoño (min.49) y Movilla (min.89), que no llegó a jugar, por parte del Zaragoza. Y a Martí (min.43) y Tissone (min.82) en el Mallorca.

Malherido y sin nada que llevarse a la boca, el Mallorca empieza a ver pasar ante sus ojos las últimas dieciséis temporadas. Después de estamparse otra vez contra el fondo de la clasificación, el conjunto balear sabe ya que la permanencia depende de que otro milagro le sorprenda en las últimas cinco jornadas. Incapaz de superar a un Zaragoza que llevaba cuatro meses peleado con la victoria y que no le ofrecía un triunfo a su público desde noviembre, el cuadro bermellón agoniza mientras se desprende del que ha sido su hábitat durante los tres últimos lustros (3-2).

Manzano se adentró en el partido más importante de la temporada con una defensa restaurada para la ocasión, aunque eso tampoco evitó el choque con un Zaragoza que se presentaba con el cuchillo en la boca. No obstante, el conjunto rojillo tardó poco en sacudirse la presión poniendo a prueba a su anfitrión. Primero con un acercamiento a modo de aviso capitaneado por Hemed. Y poco después, con una combinación entre Hutton y Alfaro que no llegó a concretarse.

El Mallorca vio pronto la luz. Fernández cercenaba un contragolpe interesante y la falta, escorada a la izquierda del ataque bermellón, iba a convertirse en el trampolín de lanzamiento para el conjunto balear. Gio ponía la bola en movimiento y Hemed, tras elevarse entre un enjambre de futbolistas, la alojaba en el fondo de la red para inclinar el duelo.

Curiosamente, el Mallorca se largó del partido con el gol y el Zaragoza, poco a poco, fue metiendo la cabeza. A trompicones, entre un montón de obstáculos y con más fe que fútbol, la escuadra de Jiménez se agarró al rugido de La Romareda para poner a los rojillos contra la pared. Mientras, Anderson se tenía que marchar a la ducha lesionado y Manzano reiniciaba la defensa devolviendo a Nunes a la arena. Aunque por entonces el encuentro era un caos y empezaba a intuirse el empate. De hecho, llegaría solo tres más minutos más tarde de la entrada del portugués, después de Montañés doblegase a Aouate para redondear una acción de Víctor.

Con todo como al principio el Zaragoza se fue relajando y el Mallorca, que solo aparecía a través de destellos aunque con mucho peligro, comprobó que la defensa maña era de mantequilla. Tanto, que Alfaro pudo agujerearla antes del descanso sin demasiado esfuerzo. Sin embargo, sus ideas murieron contra el cuerpo de Roberto.

El segunda acto amaneció bajo gobierno zaragocista, pero fue Gio el que destapó las hostilidades reventando un balón a la contra. El problema es que la respuesta, agresiva y rotunda, no se demoró. Víctor y Rochina suscribían una asociación de lujo y Postiga, con un cabezazo impecable, destrozaba al Mallorca.

Los de Manzano, decapitados, aún encontrarían petróleo gracias a la falta de entendimiento de Roberto y Paredes y al acierto de Arizmendi, que forzaba un empate milagroso casi sin ángulo. Sin embargo, cuando el punto cobraba forma iba a reaparecer Rochina para mandar al Mallorca a la silla eléctrica. Solo queda rezar.