Gregorio Manzano observa las evoluciones de su equipo en Mestalla. | Efe

TW
4

La aritmética sigue concediendo cierto margen, pero la competición suele relativizar los números y trascender sobre las dinámicas. Anclado en el sótano y con evidentes síntomas de abatimiento, el Mallorca sabe que Granada (12.00 horas, Nuevo Los Cármenes) puede marcar un punto de inflexión en su errática trayectoria liguera. Tras quedarse a medias ante Osasuna (1-1) y revivir viejas pesadillas ante Getafe (1-3), el nuevo pulso ante un adversario de su tamaño lleva envuelto demasiadas cosas, entre ellas, una de las últimas opciones para conectarse y volver a respirar.

Consciente de la fe que ha generado entre la plantilla y su entorno el nuevo dibujo (el trivote) y estilo, Gregorio Manzano se ha aplicado durante los últimos días en intentar levantar a un equipo alicaído y al borde de la depresión. El jienense sabe de sobra que el problema del Mallorca trasciende de aspectos eminentemente futbolísticos, de ahí que casi todos sus esfuerzos se hayan volcado en recuperar la «cabeza» de sus futbolistas. Muchas charlas —individuales y colectivas—, mensajes motivadores y un discurso huérfano de órdagos han marcado la semana bermellona.

La baja por lesión de Pedro Geromel ha disparado las especulaciones. La línea defensiva balear lleva tiempo bajo sospecha. Si en los flancos todo parece claro (Hutton y Luna), el propio entrenador ha admitido públicamente que no tiene claro quien acompañará a Nunes en el eje de la zaga. ¿Bigas, Anderson, Fontás...? Los focos alumbraron inicialmente al polivalente canterano, aunque Manzano siempre ha apreciado a los centrales con buena salida de balón y en este aspecto Andreu Fontás parte con ventaja.

Desde su regreso, Manzano ha metido mano en todas las líneas del equipo, aunque ha mantenido un patrón similar al de Caparrós de media cintura para abajo. Sus laterales son los que planeaba alinear el utrerano tras el mercado de invierno y la pareja Nunes-Geromel también era indiscutible para el antiguo entrenador. Pero en Granada habrá que mover pieza y encontrar un nuevo socio para el capitán. No es un asunto menor, porque atrás el Mallorca es frágil, extremadamente frágil.

En el otro bando la situación es distinta. A pesar de la reciente derrota de Vigo, es indiscutible que el Granada se ha rearmado con la llegada de Lucas Alcaraz y que sus nuevas apuestas (Buonanotte, Recio, Nolito y Aranda) han supuesto un salto de calidad. El Granada de Alcaraz es más sólido que el de Anquela, pero también más intenso. Eso si, todavía huele el peligro.