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Fernando Damián Tissone Rodrigues (Buenos Aires, 1986) cerró el vestuario del Real Mallorca el pasado verano con el equipo a las puertas de Europa y la hinchada de celebraciones. Seis meses después, Tisso desfila por un escenario diametralmente opuesto. Con el bloque inmerso en el abismo que conduce a Segunda División y la afición de uñas contra los futbolistas. El jugador asume el cambio de decorado de una temporada a otra porque «sabía a lo que venía cuando quise volver», esparce optimismo porque el hambre de este grupo «nos sacará de esta situación» y se aferra al buen juego de los últimos partidos para seguir soñando con la permanencia mientras las matemáticas «no digan lo contrario».

—Su segunda experiencia en el Mallorca está resultando diametralmente opuesta a la del curso pasado. ¿Cómo se explica este cambio tan radical de un año a otro?
—Es cierto que es muy diferente si nos fijamos en el final, pero cuando yo llegué la situación tampoco era tan diferente a la actual. El equipo estaba bordeando la zona de descenso, con uno o dos puntos por encima, hasta que logramos encadenar una serie de victorias que nos acercaron a la zona media. Después, en la recta final, enganchamos varios triunfos seguidos que casi nos conduce a la Europa League. El año pasado tampoco fue fácil. Regresé con muchas ganas y con un objetivo bien preciso que todavía está en mente. Mientras las matemáticas no estén en nuestra contra, mantendremos la esperanza.

—¿Se esperaba una situación tan compleja, con un equipo tan débil a nivel mental que parece derrumbarse al mínimo empujón?
—No estoy de acuerdo con lo que dice que el equipo se derrumba a la mínima. El sábado, por ejemplon, nos pitaron un penalti totalmente inexistente, inventado por el árbitro, que nos afectó como le hubiera sucedido a cualquier equipo en nuestra situación. También tuvimos la mala suerte de encajar el segundo gol de inmediato. Pero el partido de Osasuna demuestra que el conjunto no se derrumba porque empatamos el encuentro. Este equipo está muy vivo, tiene muchas ganas, trabaja muy bien y si seguimos en esta línea, llegarán los resultados. De eso estoy seguro.

—¿Cómo se debe afrontar el último tercio de Liga teniendo en cuenta que el equipo necesita siete u ocho triunfos para mantener la categoría?
—Partido a partido. Sacar cuentas ahora es lo peor que podemos hacer. Tenemos que ir a Granada a tratar de ganar. Y después recibir al Sevilla de la misma forma. Siempre hay que pensar en el partido más inmediato. Nada más.
—¿En qué ha cambiado el equipo que dejó en junio, a las puertas de Europa, y el que se ha encontrado ahora en descenso?
—Es cierto que tanto la situación como el estado de ánimo es muy diferente al mes de junio. Entonces, nos salvamos a falta de casi dos meses, y eso nos dio una tranquilidad enorme que permitió al equipo jugar más liberado. Ahora el conjunto está más cabizbajo. No es lo mismo pelear por Europa que por la salvación. Pero lo más importante es tener una mentalidad de juego positiva y creer que antes o después la racha cambiará. Estamos haciendo muy buenos partidos y los resultados tienen que llegar. Nadie nos puede negar que ante Valencia fuimos superiores y contra el Getafe, muy superiores. Pero no sumamos nada. No obstante, si un equipo juega mal, siempre va a obtener cero puntos. En cambio, si juegas bien, los puntos llegarán.

—Entonces, ¿cree que el problema es más mental que futbolístico?
—Yo creo que sí. En los últimos partidos siempre hay alguna injusticia que va en nuestra contra. Te estás dejando el alma para lograr los tres puntos y entonces nos golpean con pequeñas cosas que ya no podemos revertir. Te llenas de impotencia y la cabeza se te va unos minutos, que es cuando lo aprovechan los rivales. El equipo sabe a lo que está jugando y también lo que se está jugando, que es mucho. Eso es lo principal.

—¿El ambiente pesimista que se respira en el entorno y la afición mallorquinista es una losa para el vestuario o un aliciente para revertir la situación y demostrar que pueden conseguir la salvación?
—Nosotros trabajamos para lograr una victoria, aunque tampoco iba a cambiar demasiado. Porque un triunfo no nos va a sacar de ahí tan rápido. Es verdad que los tres puntos eran fundamentales, pero sabíamos que tampoco cambiaba mucho. Tenemos que seguir mejorando en el juego, materializar las ocasiones y tratar de encajar menos goles porque el rival llega poco y nos hace mucho daño.

—El otro día, al finalizar el partido, un centenar de aficionados quiso exteriorizar su malestar y enfado por la situación increpando a los futbolistas, una circunstancia poco habitual en la Isla. ¿Entiende la reacción de los seguidores?
—Claro que lo entendemos. Que la afición esté molesta con nosotros es lo más normal del mundo. Pero nosotros somos los primeros que estamos enojados y que queremos salir de ahí abajo. Somos los que estamos en el terreno de juego. Lo único que le podemos prometer es que nos vamos a dejar la piel en cada partido para que el club siga en Primera División. Es lo que podemos prometer.

—Encajar goles en cada partido es una de las diferencias en relación a la pasada temporada. A la mínima ocasión los rivales aprovechan sus ocasiones.
—Es cierto que nos hacen dos goles llegando dos veces, cuando antes llegaban diez y no nos marcaban. Pero este hecho tiene una doble lectura. Que no te lleguen diez veces quiere decir que trabajas bien defensivamente... Es algo raro, pero en el fútbol la lógica no existe. Trabajamos muy bien porque nos llegan poco, pero nos hacen daño. Es por ello que debemos estar más concentrados para no encajar cuando el rival tenga oportunidades.

—El partido del domingo en Granada se antoja definitivo.
—No hay nada definitivo hasta que las matemáticas estén de nuestro lado. Mientras los números no estén en contra, seguiremos trabajando...

—Pero la reacción no se puede dilatar más en el tiempo. Si el equipo no gana en Los Cármenes, la situación será mucho más complicada.
—Está claro que tendríamos que haber empezado a ganar hace mucho tiempo. No es de ahora, eso es evidente. Y es seguro que el partido siguiente siempre es el más importante porque cada vez quedarán menos fechas y habrá menos tiempo para recuperarse. El choque de Granada es más importante que el de Getafe porque es el siguiente.

—Coincidió con Joaquín Caparrós y ahora está con Gregorio Manzano. ¿Existe mucha diferencia entre ellos?
—Mucha no, aunque es evidente que tienen otra forma de ver el fútbol en el caso de la posesión. Se juega de otra manera. Caparrós tenía un fútbol un poco más directo y a Manzano le gusta más jugar desde atrás, tener más posesión. Me estoy encontrando bien ahora, como me encontré bien antes con Joaquín Caparrós, tanto el pasado año como este. A mí me gusta mucho trabajar con diferentes entrenadores porque aprendo mucho, las diferencias entre ellos y me hace crecer como profesional.
—¿Qué estilo se adapta mejor a sus condiciones?
—Lo que se adapta mejor a mi son los resultados. Si estos llegan, parece que juego mejor. Lo importante es que lleguen los resultados. No me interesa jugar bien y que el equipo pierda, sino todo lo contrario.

—Una de las innovaciones introducidas por Gregorio Manzano afecta a su posición en ese trivote diseñado en el centro del campo.
—Sí, es cierto. Me estoy encontrando bien aunque es una demarcación en la que no había jugado mucho. Allí en la Sampdoria me ubicaba por delante de la defensa, la posición que ocupa ahora Martí. Pero me estoy encontrando bien, tengo más libertad para llegar al área rival y espero mejor en el aspecto goleador. Este equipo también necesita goles de los centrocampistas. Es fundamental.

—En una situación como la actual, ¿a qué se agarran los jugadores para mantener la ilusión; a algo personal, colectivo o quizás alguna referencia cercana de algún equipo que haya remontado?
—El ejemplo que tenemos es la temporada que llegó Manzano, cuando el equipo llegó a estar a 11 puntos de la permanencia y el equipo se salvó. Si nosotros estamos a 7, por qué no vamos a conseguirlo. Ese ejemplo nos mantiene vivos. Hay otros casos como el Zaragoza la pasada temporada, que estaba muerto a estas alturas y se salvó. Hay muchas versiones. Pero lo que más nos mantiene con vida es ver cómo entrena el grupo a lo largo de la semana. Si ves la intensidad de los entrenamientos, tienes claro que los resultados llegarán. En los partidos, en el sentido del juego, lo hacemos bien, pero ahora faltan los resultados.

—Usted que conoce el vestuario de la pasada temporada, ¿ha cambiado mucho en estos meses?
—En absoluto. Es un vestuario espectacular. Un grupo muy unido, con gente muy alegre y que siempre sale a entrenar de la mejor manera. Con ganas de crecer porque es un grupo joven. Esa hambre que tenemos dentro nos sacará de esta situación.

—Cuando le llamó el Mallorca, no se lo pensó. ¿Por qué ese deseo de volver?
—Porque me sentía en la obligación de aportar mi granito de arena para tratar de salir de esa situación. La sampdoria no me quería dejar salir pero hablé con ellos para que me liberasen. Tenía el deber de devolver al Mallorca todo lo posible porque este club me dio mucho la pasada temporada y quería recompensarle de alguna manera.

—Acaba contrato el próximo 30 de junio. ¿Existe alguna posibilidad de seguir en el Mallorca en Segunda División?
—Ahora solo pienso en la permanencia porque si me despisto con qué pasará el año que viene, se moverán temas que no quiero. Quiero tener la cabeza bien puesta en nuestro objetivo. Después, si obtenemos la permanencai, ya se podrá hablar de otras cosas. El club balear sabe cuanto quiero yo a esta ciudad y a esta entidad porque en caso contrario no hubiera venido en una situación tan delicada.

—¿El vestuario piensa en la posibilidad real de descender de categoría o es algo que ni se plantea?
—Sí, por supuesto. Hay que barajar esa opción. Porque si uno se pone a pensar que en pocos meses puede cambiar nuestra situación futbolística y estar en Segunda División, es mejor. Así te das cuenta de lo que te estás jugando. Saber lo que está en juego, que es el principal patrimonio de cualquier club, e interpretar la situación es lo más importante para dejar todo en cada entrenamiento y pensar en positivo. Mientras hay vida hay esperanza y lucharemos hasta el final por mantener la categoría.