Varios jugadores del Mallorca, durante el partido que les enfrentó al Getafe. | J. TORRES

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Mientras rebobina hasta su última función y asimila la crítica situación en la que se encuentra, el Mallorca ha tenido que sacar del cajón la calculadora. Y a la espera de que cuadren las cuentas, el club ya ha encontrado un patrón al que agarrarse para mantener la esperanza, un rayo de luz que le sirva de guía en su interminable travesía por el desierto. Plantilla y cuerpo técnico van a dirigir desde hoy mismo la vista hacia Zaragoza, donde el pasado mes de mayo culminaba la única historia con final feliz que le ha deparado últimamente la Liga a un club con tantos problemas de salud como los que presentan a día de hoy los de Son Moix. Por eso el milagro de Jiménez ocupa ya la portada del libro de ruta isleño.

La temporada pasada, a falta de trece jornadas para la conclusión, casi nadie dudaba que el Zaragoza estaría incrustado en estos momentos en la segunda planta del fútbol español. Después de 25 partidos disputados, el cuadro aragonés solo había alcanzado 4 victorias y 6 empates que le habían reportado 18 puntos y que le mantenían adosado al fondo de la clasificación. Junto a él, dentro de la zona roja, convivían el Sporting (21) y el Racing (24), mientras que la salida del infierno la marcaba el Villarreal, con 27 puntos a cuestas. Nueve más de los que presentaba el ejército zaragocista. La propia entidad, como ya sucedió con el Mallorca de la temporada 2004-05, empezó a dar por perdida la categoría y su propio entrenador reconoció ante los focos que su único propósito a partir de ese instante era decir adiós con la mayor dignidad posible.

Sin embargo, el Zaragoza le hizo un quiebro al destino cuando nadie lo esperaba. Liberado de presión, sin peso sobre los hombros, el equipo inició una sorprendente escalada. No fue, en cualquier caso, una reacción inmediata, ya que a la jornada siguiente todavía iba a sufrir una sangrienta derrota en un viaje a Anoeta (3-0) que prolongó el hundimiento. No obstante, aún sacaría fuerzas para rascar un punto frente a Osasuna en casa (1-1) y conectó luego tres victorias (ante Valencia, Atlético y Sporting) que mejoraron su aspecto de manera notable. Al menos en ese punto, ya que después las caídas ante Barcelona y Sevilla le devolvieron a la tierra.

Desde ese momento el Zaragoza solo perdería un partido, el que entregó en Son Moix ante el Mallorca, resuelto con un tanto de Víctor Casadesús. Mientras tanto, el bloque aragonés zanjaría con un triunfo sus cruces frente a Granada, Athletic, Levante, Racing y Getafe. En total, 8 victorias, 1 empate y 4 derrotas que sirvieron para obrar un milagro (llegó a encontrarse a 11 puntos de la superficie) que tardará tiempo en olvidarse. Entre otras cosas, porque hasta ese momento todos los ejemplos similares habían acabado con un descenso. Como los de Xerez (2009-10), Levante (2007-08), Nàstic y Real Sociedad (2006-07), Numancia (2004-05) o Murcia (2003-04).

La cruel derrota ante el Getafe ha dejado muy tocado al equipo y a la afición, que en las horas posteriores al encuentro se abrazaban al desánimo. En cualquier caso, el paso de las horas y una mirada a La Romareda han oxigenado levemente la atmósfera a pocos días de viajar a Granada para escenificar una cita que ya no tendrá vuelta atrás.

Ahora el Mallorca tiene la posibilidad de asear sus números y esperar su milagro particular, pero para alcanzarlo debe sumar al menos 8 victorias, justo el doble de las que lleva facturadas hasta ahora. Por si esa gesta no fuera suficiente, deberá conseguirlo en un calendario lleno de minas y tras desfilar por los campos de los tres grandes de la Liga.