Joaquín Caparrós, cabizbajo, se lleva la mano al rostro durante un partido de esta temporada. | H.K.

TW
20

Joaquín Caparrós se queda sin salidas. Después de sumar únicamente 6 puntos de los últimos 45 puntos en juego y tras mostrarse incapaz de encontrar una solución a esa depresión industrial que está destrozando al equipo, el utrerano camina por la Liga con el barro hasta la cintura y su crédito bajo mínimos. El técnico, que tras la derrota en Cornellà concedió a sus futbolistas dos días y medio de descanso -la plantilla no volverá al trabajo hasta mañana a las 18.00 horas-, se ha quedado práctimente solo y su discurso, cada vez más trasnochado, lleva tiempo sin calar en el vestuario.

Independientemente del mensaje que lance el propio Joaquín Caparrós durante la semana, el encuentro ante el Málaga es una final. Con todo lo que conlleva. Ha insistido el entrenador en la necesidad de responder en casa para acercarse a la permanencia y ahora tiene la obligación de hacerlo para no seguir despeñándose en la clasificación y llegar al cierre del campeonato condenado. Entre otras cosas, porque sus enemigos más próximos ofrecen una imagen mucho más saludable, además de contar con el abrigo de los números.

Rivales al alza

El Espanyol, sin ir más lejos, se encuentra ya a más de un partido de distancia (4 puntos) tras superar sus peores momentos. Y el Granada, por citar otro ejemplo próximo, abría ayer otra pequeña brecha después de pasar por encima del Rayo Vallecano en el Nuevo Los Cármenes.

Mientras tanto, el Mallorca continúa estancado. A excepción del oasis que supuso ganar en el Villamarín o de aquel agónico empate forzado por Kevin para arañar un punto ante el Atlético, el grupo no expone argumentos que inviten a la esperanza. El equipo se desmorona con una facilidad increíble, llega al final de sus compromisos con la lengua fuera por la falta de combustible y, por encima de todo, vive en el caos a nivel defensivo. De hecho, ha encajado 11 goles más que la temporada pasada a estas mismas alturas y se desangra con una facilidad increíble. Sin importar el rival que tenga delante. Nada queda ya del modelo impuesto por el utrerano que tan bien funcionó a finales del curso anterior.

De momento, Llorenç Serra Ferrer y su entorno se esfuerzan por mantener intacta la credibilidad de Capa y han dejado entrever que no hay espacio para una destitución. Sin embargo, una derrota ante el Málaga convertiría en irrespirable la atmósfera de Son Moix. Especialmente si se reeditan algunas de las protestas contra el palco que se vivieron ante el Sevilla en la Copa.

En ese sentido, uno de los nombres que se han vinculado en las últimas horas al Mallorca es el de Abel Resino. El toledano, que la temporada apartó al Granada de las garras del descenso, podría haber sido sondeado ya por la dirección deportiva.