Serra Ferrer, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Administración del Mallorca. | Joan Torres

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Serra Ferrer pierde poder y autonomía en el Real Mallorca y desde anoche es el consejo de administración en pleno el que empieza a dirigir los destinos del club balear. Después de cuatro horas de reunión, el vicepresidente de la SAD isleña comprobó cómo ya no es él quien manda en Son Moix y que el sector del consejo, hasta ahora ‘opositor’, empieza a tomar un papel predominante.

El máximo accionista quiso someter a votación el nombramiento de Gabriel Cerdà como consejero delegado, pero el resto de miembros del órgano de poder del Mallorca, incluido el propio Cerdà y su hijo, rechazaron esta votación y acordaron que lo más conveniente es aplazar este punto a la reunión fijada para el próximo lunes.

El vicepresidente no sólo no sacó adelante su propuesta de votación, sino que tendrá que someterse a un nuevo modelo de gestión, que radica fundamentalmente en dar un papel mucho más preponderante a todos los miembros del consejo, además de reducir en gran medida las facultades que hasta la dimisión de Cladera ostentaba el ejecutivo que ocupaba el cargo de consejero delegado.

Esta figura, según el plan previsto, pasará a desempeñar una función que tendrá más que ver con el día a día del club que con las grandes decisiones de peso que deben tomarse a corto y medio plazo. El consejo y en especial los accionistas Utz Claassen y Pedro Terrasa consiguen de esta forma que el órgano de dirección de la entidad pase a tener un papel mucho más acorde con la inversión que ambos han realizado y a su vez serán protagonistas de las grandes gestiones que el Mallorca tenga que realizar, como por ejemplo tutelar quién se ficha y sobre todo en qué condiciones y quién será el próximo entrenador.

Este nuevo modelo de gestión es toda una novedad para Serra Ferrer, que hasta ahora no daba cuentas al resto de miembros del consejo de las decisiones que tomaba y ahora este futuro escenario que se presenta obliga a hacer partícipes a todos los consejeros de las operaciones de futuro que van a desarrollarse.

En consecuencia, ayer finalizó la reunión sin el nombramiento del consejero delegado ni del futuro presidente. En el primer caso el lunes podría haber fumata blanca y una vez definido el modelo de gestión y las competencias del futuro ejecutivo, previsiblemente Biel Cerdà pasará a ocupar este cargo. El puesto de presidente será una decisión que se tomará una vez superada la reunión de la Junta General de Accionistas del 29 de enero. Serra Ferrer, en su condición de presidente en funciones, tuvo que salir ante los medios para explicar lo sucedido en la reunión del consejo.

La sensación que dejó su comparecencia fue de cierto derrotismo, como si fuera consciente de que el club, como él lo conocía, forma parte del pasado. «Hemos hablado de debatir un modelo de gestión más conveniente. No se ha concretado ningún nuevo cargo. El lunes cada consejero tendrá la oportunidad de defender su modelo», comentó el pobler.

Serra Ferrer insistió en que «yo juntamente con otros consejeros hacemos la mayoría» y a la pregunta de si esta última situación le motiva a pensar en su posible marcha, Serra se limitó a manifestar que «ahora no es momento para decir lo que pienso y debo pensar muy bien lo que digo», explicó un vicepresidente, que tras la fatídica noche del frustrado fichaje de Ogunjimi no se le veía tan tocado.