Los jugadores del Mallorca celebran un gol en el partido disputado ante el Levante la pasada temporada. | Nuria Rincón

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En otra semana de incendios en los despachos, alianzas, comunicados y mensajes envenenados, el Mallorca vuelve a someterse a un chequeo de urgencia a pie de campo. El equipo bermellón, que en los últimos días se ha visto salpicado por la basura institucional, se enfrenta al Levante sin protección. Después de esquivar el pozo de la clasificación gracias a los gazapos de algunos de sus compañeros de viaje en el furgón de cola, a la escuadra de Caparrós sólo le sirve sumar. De lo contrario, esa dinámica tóxica que tiene atrapado al vestuario se propagaría de forma muy peligrosa y abandonaría al ejército bermellón en mitad de la nada y en una situación particularmente precaria (Ciutat de València, Canal + Liga y GolT, 12.00 horas).

Once partidos después, se impone una victoria del Mallorca. Tras nueve jornadas casi en blanco y una discreta una eliminatoria de Copa el entorno que envuelve al equipo empieza a resultar irrespirable. Especialmente ahora que en el consejo han vuelto a desenfundar las armas. De hecho, la tensa posición de la plantilla, unida a las elevadas temperaturas que emanan de la zona noble de Son Moix han provocado que algunos futbolistas expongan su malestar acerca de la batalla por el poder o que el propio Joaquín Caparrós se haya ofrecido a participar en la lucha, aunque sea de forma indirecta, alinéandose claramente con uno de los dos bandos. Demasiado ruido como para prestarle atención al balón. Mala señal.

Doble reto

A nivel deportivo se le presenta otro doble desafío al Mallorca. Maltratado por los resultados y con un manual deteriorado por la velocidad de su caída, el conjunto isleño está obligado a aprobar en noventa minutos las dos asignaturas que tiene pendientes. Una la arrastra desde el pasado 23 de septiembre, fecha en la que celebró su última victoria de la campaña. Pero es que además de ganar deberá hacerlo a domicilio, un pequeño lujo al que no accede desde el último tramo del curso pasado. Por si fuera poco, acude al centro de operaciones de un Levante con rango europeo que ha hecho de su estadio un fortín y que se adapta como nadie al hecho de tener que jugar a la hora del aperitivo: tres partidos a mediodía (Valencia, Getafe y Deportivo), tres triunfos.

En medio del desierto (2 puntos de 27 posibles) el Mallorca también ha vuelto a sufrir los efectos de una plaga de lesiones que parecía extinguida y el viernes perdía a Pereira, con el que no podrá contar hasta el año que viene. En principio, la baja del francés debería devolver a Giovani dos Santos a uno de los costados. El mexicano, que empezó a emitir señales positivas ante el Zaragoza, debería marca el inicio de la remontada.