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Jaume Cladera y Serra Ferrer han descartado durante los últimos días la posibilidad de incrementar su peso en el accionariado del Real Mallorca. Presidente y vicepresidente han declinado el segundo ofrecimiento realizado por Esfinge 20, que quiere deshacerse del paquete de títulos que está bajo su control (15%) y desvincularse del proyecto balear.

La posición y negativa del «Brujo de sa Pobla» y el antiguo conseller de Turisme admite varias interpretaciones, aunque delata que han puesto fecha de caducidad a su gestión y que no existe ningún plan a medio o largo plazo. Desde hace varias semanas, el consejero Biel Cerdà —uno de los hombres de máxima confianza de Serra Ferrer— busca compradores que generen una plusvalía.

Paradójicamente, la salida de Esfinge 20 de la tarta accionarial podría dar al traste con el negocio de Serra y su gente. La financiera madrileña ha iniciado negociaciones con Pedro Terrasa, que podría pasar a controlar un 25 % de la sociedad y convertirse en el segundo máximo accionista del club. «No tengo nada que comentar sobre este asunto», subrayó el actual director general y consejero del Mallorca, públicamente distanciado de Llorenç Serra Ferrer.

Si Terrasa cierra finalmente compra del paquete de Esfinge 20, a través de la empresa Luz&Sol, el mapa accionarial de la SAD bermellona proyecta tres bandos claramente diferenciados. Serra Ferrer mantendría su posición de privilegio en el consejo, aunque seriamente debilitado y un margen de maniobra menor. Pedro Terrasa emergería con fuerza, mientras que Utz Claassen, enfrentado a Jaume Cladera y Serra Ferrer, sería la tercera gran referencia de la entidad (controla un 20 %). Con este escenario, vender el Mallorca es una ecuación insoluble.

Meses atrás, Esfinge 20 asumió un papel determinante en la compraventa del Real Mallorca. Serra Ferrer y Cladera solicitaron, en diciembre de 2010, un crédito a la financiera con sede en la capital de España para que costeara la compra del 15% de las acciones que se habían comprometido a adquirir con el expropietario Mateu Alemany. La operación se cerró con dos claras opciones sobre la mesa: Retornar el préstamo o deshacerse de las acciones. Ambos optaron por la segunda posibilidad y dejaron al descubierto que, durante varios meses, fueron testaferros de Esfinge 20. Pedro Terrasa, que también adquirió la mitad de su actual 10 % gracias al apoyo económico de Esfinge 20, decidió mantener su número de acciones.
El presidente Jaume Cladera, por ejemplo, pasó de controlar un 12% del accionariado a ver como su paquete quedaba reducido a un 5%, el mismo porcentaje que maneja Biel Cerdà a través de Tukis Invest SL. De hecho, si el número de títulos de propiedad está llamada a jugar un papel crucial en la próxima Junta General de Accionistas —aplazada en su día por una chapuza sin precedentes de Miquel Coca Payeras—, es probable que también se abra un debate sobre la idoniedad de que un accionista menor ocupe la presidencia de la entidad.