Los jugadores de la Real Sociedad celebran el primer gol de su equipo, marcado por Mikel Aranburu, ante la presencia del jugador uruguayo del Mallorca Pablo Cáceres (d) durante el encuentro correspondiente a los octavos de final de la Copa del Rey . | Efe

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El Mallorca derramó ayer en San Sebastián una porción notable de la Copa del Rey y arrojó por la borda parte del crédito obtenido en Gijón en el cierre del pasado año. Puede que aún no se haya vertido del todo, pero al equipo balear le va a costar llenarla y acceder a los cuartos. Más que nada, por una cuestión de actitud. Caparrós, que ha protegido a la mayoría de los titulares, le ha entregado toda la responsabilidad de su destino en esta competición a los suplentes y estos, según exhibieron sobre el césped de Anoeta, no están a la altura de la competición. Anoche, los de Caparrós volvieron a exponer su indolencia ante un adversario que le superó en todo (ganas, intensidad, actitud, acierto, anticipación, técnica...) pero sobre todo en mentalidad.
La Real Sociedad quiere seguir viva en la Copa y lo demostró. Al Mallorca le estorba este torneo... y también lo confirmó. Afortunadamente, el torneo del KO suele conceder segundas oportunidades y el equipo balear todavía está tiempo de escoger la dirección correcta. Eso sí, para remontar hay que creer... (2-0).
Caparrós, que había dejado en la Isla al pelotón de los elegidos (Chico, Pina, Castro, Pereira, Víctor...), agitó al grupo en las entrañas de Anoeta y surtió un cóctel extraño. El técnico dibujó una defensa y una línea ofensiva de tres inédita, renunció a las bandas -situó a Tejera y Alvaro en los carriles, con Alfaro por detrás de Hemed- y fijó a su doble pivote más barroco (Martí-Joao) para destruir. Toda una declaración de intenciones.
Pese al experimento, el Mallorca se comportó son sorprendente soltura en el primer cuarto de hora. De hecho, apenas había transcurrido un minuto, cuando las gradas de Anoeta ya habían suspirado. Alvaro, incrustado en la orilla izquierda, encaró y se fue de Estrada, centró raso, pero el disparo de Hemed se estrelló en Alfaro, situado en las narices de Zubikarai.
En una falta lateral botada por Tejera, Hemed peinó y el meta donostiarra se encontró el balón. En la jugada siguiente se cumplió una máxima del fútbol: córner mal sacado, gol encajado. Así fue. El balón de Martí no llegó ni al primer palo y la Real Sociedad explotó la acción. Agirretxe centró desde la banda derecha, mientras Cáceres le presionaba con la mirada, y Aranburu se elevó desde el punto de penalti para batir a Calatayud. Del 0-1 al 1-0 en un suspiro. Ahí murió el Mallorca.
El grupo de Caparrós acusó el golpe y los nervios provocaron un cortocircuito en el equipo isleño. A la Real Sociedad, el tanto le supo a gloria. Encontró un chollo en la banda de Cáceres y Xabi Prieto se divirtió ante el uruguayo. El bloque txurriurdin pudo ampliar su renta con dos centros rasos que se pasearon por el área pequeña de Calatayud sin encontrar rematador...
El segundo acto no alteró nada. Más bien lo contrario. El Mallorca se mostró dubitativo en defensa, espeso en el centro del campo y nulo en ataque. Nsue, Tissone y Abdón no mejoraron nada ante un enemigo que amplió su renta en el arranque. Aranburu conecta un disparo que rechazó Calatayud. El balón fue al poste y en el rechace Agirretxe no perdonó. Los despistes defensivos pudieron costarle la eliminatoria, aunque el conjunto local perdonó. ¿El Mallorca...? Un disparo desde 40 metros de Joao Victor. Nada más. Y así es imposible no solo ganar, sino salir de un partido con la cabeza alta. Y el grupo balear abandonó Anoeta cabizbajo tras una derrota hiriente que sonrojó al mallorquinismo.