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Hay mañanas en las que es mejor no levantarse y lo peor es que en muchas ocasiones después de un día malo viene otro peor. Más o menos esto es lo que le ha ocurrido a Serra Ferrer esta pasada semana cuando explotó el llamado ‘caso Alfaro', uno de los conflictos más polémicos que han rodeado la gestión del vicepresidente desde su entrada en el club balear.
La semana terminó mal, como no podía ser de otra manera, con una derrota ante el Getafe que deja al equipo sumido en un mar de dudas a falta de dos partidos para que finalice la primera vuelta. Pero sin duda la operación de venta de Alejandro Alfaro abrió una crisis en el club que a día de hoy nadie sabe cómo puede cerrarse y en qué situaciones. Es impredecible conocer el final de un caso que ha escandalizado a la afición toda vez que se conoció que se pagaron casi dos millones de euros por un futbolista que inicialmente ‘solo' valía 750.000. Pese a que inicialmente los administradores concursales dieron el OK a la operación, esta pasada semana después de firmar el convenio de acreedores, los responsables de tutelar el concurso del Mallorca solicitaron a la jueza la apertura de un proceso judicial que anule uno de los contratos de Alfaro, concretamente el que refleja que deben abonarse quinientos mil euros a la empresa Impera, que supuestamente tenía los derechos del futbolista. El hecho de que este conflicto se conociese por parte de los acreedores, con posterioridad a la firma del convenio, hizo posible que este saliera adelante porque de haberse conocido, es muy probable que muchos de los acreedores revocasen su decisión.
Sin embargo, el convenio salió adelante, pero el escándalo apareció a la luz pública y el ‘caso Alfaro' ha marcado esta fase de la administración de Serra Ferrer y sus consecuencias pueden ser impredecibles.
La derrota contra el Getafe trasladó la crisis institucional y administrativa también al vestuario, que con el paso de las jornadas observa con preocupación como se asoma el final de la primera vuelta del campeonato y que será necesario hacer una segunda ronda de ensueño para poder certificar la permanencia.
Son días difíciles para el mallorquinismo y muy complicados en la planta noble de Son Moix, donde los conflictos y problemas van sucediéndose uno tras otro sin que se pueda llegar a discernir un final a tanto ‘tsunami' interno.
Las victorias suelen anestesiar los conflictos que van más allá del balón, pero en el caso del Real Mallorca parece difícil que esto pueda llegar a suceder.