El defensa del RCD Mallorca Iván Ramis (c) pelea un balón aéreo con el defensa del Getafe Albert Lopo (d). | Efe

TW
117

Mallorca 1 - 2 Getafe

Mallorca: Aouate; Cendrós, Chico, Ramis, Cáceres; Pereira, Tissone, Pina (Martí, 60), Castro (Nsue, min. 70); Álvaro (Hemed, min. 46) y Víctor Casadesús.

Getafe: Moya; Miguel Torres, Cata Díaz, Lopo, Masilela; Ríos (Mané, min. 89), Casquero, Rodríguez, Barrada (Gavilán min. 81); Miku y Güiza (Lacen, min. 68)

Goles: 1-0, min. 9: Ramis; 1-1, min. 28: Barrada; 1-2, min. 43: Barrada Árbitro: Iturralde González (comité vasco). Amonestó a Pina, Cáceres, Lopo, Pereira, Chico, Cendrós, Masilela, Moyà, Lacen.

El Mallorca es un equipo de contrastes, de luces y sombras. Y sólo teniendo eso claro se pueden entender su trayectoria, sus idas y venidas o sus extrañas pájaras en los partidos marcados en rojo, frente a enemigos de su misma estatura. Desfigurado y apartado en todo momento de la imagen que se le presuponía a raíz de sus últimas representaciones, el conjunto bermellón recibió otro manotazo en la cara que le devuelve a la realidad, al interior de esa cueva que había abandonado después de pasar por La Romareda. Ahora que parecía que el equipo tomaba una carretera ascendente y que lo tenía todo para disfrutar plácidamente del parón navideño, tendrá que seguir esperando. El Getafe, que se presentaba en la Isla con unos números raquíticos, supo sacarle el jugo a la bipolaridad balear y se agarró a su mayor agumento de futuro para sacar la cabeza del barro y rebasar a su anfitrión en el atasco de la zona oscura. Abdelaziz Barrada, un joven futbolista forjado en Francia que en la trastienda del Coliseum se ha destapado como la nueva sensación del fútbol marroquí, dejó sin efecto el regalo de Miquel Àngel Moyà y la diana inicial de Iván Ramis para reventar el encuentro y recordar que aún es pronto para desconectar las alarmas de Son Moix (1-2).

Primer aviso

Antes de recibir su lección, el Mallorca ya se había despertado de la siesta con escalofríos. El partido amaneció entre nubarrones y de no ser por la falta de puntería de Miku, podría haber empezado a remar a contracorriente a los dieciséis segundos de juego. Afortunadamente para sus intereses, el internacional venezolano falló ante Aouate y mantuvo la cita cubierta de hielo durante algunos minutos más.

La trama, sin embargo, sufrió a los diez minutos un vuelco que parecía irreversible. Un saque de esquina lanzado por Pereira llegó envenenado al área pequeña y el balón, después de atravesar los guantes de Moyà, llegó a la cabeza de Ramis. El pobler empujó la bola a placer, le aplicó oxígeno al Mallorca y le dio un nuevo color al enfrentamiento.

El Getafe parecía tocado y cuando la escuadra rojilla caminaba cuesta abajo, se estancó en su intento de bajar la persiana. Hilvanó un par de acciones interesantes al cruzar la frontera del medio campo, pero no zanjó la función y los de Luis García se pusieron de pie antes de la media hora. Fue tras una puñalada de Pedro Ríos que culminó Barrada con un disparo mordido que impactó en Cendrós durante su camino hasta el fondo de la red. Aún así, lo peor estaba por llegar. Antes del descanso, Miku quebró la línea defensiva mallorquinista y le sirvió el segundo gol en bandeja al propio Barrada, que confirmó el estropicio al instante.

A partir de ahí, el Mallorca trató de buscar el empate a la desesperada, sin demasiado criterio, y el Getafe contuvo tranquilamente su rabia para amargarle el fin de año a Son Moix y a sus aficionados de regreso a la fría realidad.