Cola de aficionados para adquirir entradas del partido del próximo sábado.

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El mallorquinismo cree en la permanencia. Conscientes de que el club va a jugarse la salvación y el futuro en un solo partido, a vida o muerte, los aficionados han empezado a responder a la llamada de auxilio de la entidad, que pretende que Son Moix se transforme el sábado en una olla a presión para recibir al Atlético y atrapar alguno de los puntos necesarios para garantizar la continuidad del equipo en Primera División por decimoquinta temporada consecutiva. De momento, los abonados de la entidad ya retiraron ayer 1.600 de las localidades que la entidad les ofrece a un precio simbólico (entre uno y cinco euros) y se espera que el recinto bermellón presente el sábado por la noche (22.00 horas) el mejor aspecto de toda la temporada para abrazar un duelo histórico. Es el momento de la verdad. Ahora o nunca.

Pese a los bajos índices de asistencia que ha registrado el Iberostar Estadi durante la mayor parte de la temporada, los seguidores rojillos saben que su aportación va a resultar imprescindible en el último capítulo del curso y le han proporcionado una excelente acogida a la primera gran iniciativa del club, que tiene como fin la persecución del lleno en las gradas. Ayer, sobre todo a primera hora de la tarde, ya se apreciaron las primeras colas en torno a las oficinas de Son Moix y es bastante probable que hoy vuelvan a repetirse. Al menos hasta que se agote el cupo de entradas que el Mallorca destina a sus socios.

Si todo sigue su curso, el Mallorca estará muy bien arropado en su careo ante el Atlético. Y no solo durante el encuentro, ya que desde dos horas antes de que el balón se ponga en movimiento se prevén manfiestaciones de apoyo al equipo de Michael Laudrup. La idea inicial es repetir el ambiente de la noche del 29 de mayo de 2005, en la que la escuadra dirigida por Héctor Cúper salvo la categoría ante el Betis. Como en aquella ocasión, la hinchada rojilla se ha propuesto invadir el Camí dels Reis para darle la bienvenida al equipo y contagiarle su entusiasmo antes de una confrontación marcada a fuego en la biografía del club. El objetivo es que el primer gol lo marque la grada y que el partido empiece cuesta abajo.