La plantilla del Mallorca escucha al danés Michael Laudrup. | Monserrat

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Después de sacudirse el estrés, parece que ha llegado el momento de cuadrar definitivamente las cuentas. El Mallorca, parapetado ya tras la muralla de los 42 puntos, quiere dar un paso más en su camino hacia la tranquilidad absoluta para limitarse a disfrutar del fútbol en ese póquer de funciones que le quedarán por tachar a partir de esta noche en la agenda. Los rojillos, que vienen de fracasar en sus últimas salidas, pueden seguir dándole brillo a sus números en el campo de un Racing con los deberes a medio hacer (Campos de Sport del Sardinero, PPV, 17.00 horas).

Sin apenas bajas y con la sensación de alivio salpicando todos los rincones del vestuario, la escuadra de Laudrup se enfrenta al reto de mantener la intensidad una vez rebasada la línea que trazó a principio de curso. Les había costado a los baleares sacar el cuello después de meterse en un atasco durante toda la segunda vuelta, pero la congestión de la zona baja y los puntos recopilados en Son Moix han ayudado al grupo a distanciarse, de forma prácticamente definitiva, de la zona de conflicto.

En cualquier caso, Laudrup sigue sin fiarse. Piensa el entrenador danés que lo que administra en el zurrón igual no es suficiente y ya le ha recordado a sus jugadores que tienen prohibido bajar los brazos de aquí hasta el final. Teme que se afeen los números y las maneras del equipo, o que se empañen aquellas agradables imágenes del primer ciclo de la competición.

Por todo eso, el entrenador danés llegó a Santander acompañado de veinte futbolistas. Y entre ellos, toda la artillería pesada a excepción de Sergio Tejera, tocado y sancionado por acumulación de amonestaciones. El técnico, que deberá hacer dos descartes en los instantes previos al partido, dirigió ayer por la tarde la última sesión de trabajo en La Albericia, la ciudad deportiva del Racing, donde completó el último ensayo general antes de la evaluación. En cualquier caso, ya tenía decidido que sólo le aplicará a su once inicial los retoques justos. Satisfecho con la respuesta del equipo frente al Getafe, la única permuta que se atisba en su libreta es la del japonés Aki como relevo del mencionado Tejera. Pretende mantener a Joao Victor en el lateral derecho, a Martí y De Guzman en la sala de máquinas y a Gonzalo Castro en la orilla izquierda del centro del campo. Si se conserva el dibujo de hace una semana Aki recorrería el flanco derecho, pero es bastante probable que devuelva ahí a Nsue para colocar al asiático a la espalda de Webó. Donde más cómo se siente. Donde más daños causa. El resto de la alineación se adaptará al guión establecido hace siete días.

Desde el 13 de marzo, cuando irrumpió en casa del Levante, el Mallorca no he vuelto a meter ningún punto en el equipaje de vuelta. Aquel día rescató un empate gracias a un afortunado tanto de Ramis, pero patinó después de forma grosera ante Deportivo y Málaga, poniendo en peligro su credibilidad.

Hoy, libre de ataduras, se encuentra ante la opción de sepultar todo aquello antes de echarse a dormir. Sobre todo, porque el enemigo de turno también flaquea. El Racing lleva tres jornadas peleado con la victoria (la última vez que ganó fue en Cornellà, el pasado 3 de abril) y para encontrar su última alegría en casa hay que seguir retrocediendo (20 de marzo, ante la Real Sociedad). De hecho, sólo se ha impuesto en uno de sus cinco últimos choques en El Sardinero y es el cuarto conjunto de la Liga que menos dividendos ha recogido en su propio domicilio. Sólo le superan el Almería, el Málaga y el Hércules. Esta tarde quiere agarrarse a su grada para evitar caer en el pozo de las plazas de descenso porque de lo contrario, su futuro se cubriría de nubarrones.