Con las cosas del club y de la afición no se juega. Lo hicieron Grande, Nando Pons y Manzano y la grada siempre ha dictado sentencia. El sábado volvió a hacerlo. | Monserrat

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La afición del Mallorca dejó la frialdad en casa para manifestarse con fuerza contra Gregorio Manzano en una nueva demostración de que cuando la hinchada balear decide unirse, es muy difícil que alguien pueda separarla. Ahí sí que cabría la frase que acuñó el jienense tan repetida: «Somos el Mallorca». El foco de unión fue el actual entrenador del Sevilla y la forma en que manifestaron su inconformidad con el jienense fue obsequiándole con una de las pitadas más sonoras que se recuerdan en Son Moix. Tal vez no fue la más contundente, pero nunca un ex entrenador fue recibido con un abucheo tan ensordecedor. El récord de decibelios, sin duda, está localizado en el mes de agosto de 2008, cuando el anterior propietario del club, Vicenç Grande, tomó el micrófono para dirigirse a los aficionados y estos no le dejaron prácticamente ni hablar. El sonido de flauta presidió todo su discurso. Apenas tres meses después, tras un partido contra el Recreativo, el griterío fue de tal calibre que el promotor ya no ha vuelto a aparecer por Son Moix.

El pasado sábado, la hinchada volvió a movilizarse. Muchos degustaron una simbólica paella que pasará a la historia del mallorquinismo. Existe el arroz de bogavante, el arroz caldoso de pescado, el popular arroz de matanzas y así infinidad de variedes y desde el sábado, la paella a lo Manzano. El andaluz comprobó, pese al número que montó para salir al terreno de juego, que la afición no tiene piedad con quien maltrata al club, llamese Grande, Pons o Manzano.