Los jugadores del Real Mallorca entrenando ayer sobre el césped de Son Moix. | Monserrat

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Paella y fútbol. No es un plan excesivamente común, pero para romper con la monotonía no está nada mal. Todo en uno y además la cena sale gratis. Es la combinación perfecta para demostrarle a Manzano que el gusto por la gastronomía y por el fútbol en esta Isla son compatibles. Aunque ciertamente esto no es tampoco lo más importante. Hay mucho en juego y eso también lo sabe la afición.

Son Moix avista la permanencia tan cerca, que parece hasta difícil alcanzarla. Desde hace una semanas el Mallorca parece vivir esa maldita pesadilla de tener el objetivo al alcance de la mano y por mucho que corres no hay manera de alcanzarlo. Quien más quien menos ha experimentado esa desagradable experiencia y ante esto lo mejor es despertar de golpe. El grupo de Laudrup quiere abrir los ojos y encontrarse ya con 41 puntos y con el objetivo de la permanencia sellado. Los isleños quieren convertir la pesadilla en un dulce sueño, pero no lo tendrán fácil.

Desprecios continuos

Frente a ellos se encontrarán un equipo de campanillas dirigido por un viejo conocido, Gregorio Manzano, el entrenador que ganando el título más importante de la historia del club, dista muy lejos de ser uno de los técnicos de referencia para la afición.

Sus continuos desprecios a la hinchada balear y su discutible fórmula de cobrar todo su deuda a costa de la desaparición del Mallorca, han sido excesos que no han pasado por alto ni los seguidores ni los actuales mandatarios del conjunto balear. Además, su permanente obsesión contra Mateu Alemany ha motivado que desde hace ya mucho tiempo nadie en la Isla se fíe de 'Goyo'.

Pero el técnico rival no es el verdadero enemigo a batir. El verdadero peligro radica en los futbolistas del Sevilla, no en el preparador jienense. Es más, después del partido disputado en Riazor, el enemigo más real del Mallorca es el propio Real Mallorca. Así de claro. Nadie sabe qué equipo jugará, si el de la primera parte en Riazor o el de la segunda. Si la actitud es más o menos similar a la del primer tiempo ante el Deportivo, es posible incluso pensar en la victoria. Si el grupo comparece en el estadio con el hastío que demostró tras el descanso en Coruña, casi mejor ir a degustar la paella en honor al jienense y dejar el fútbol para otro fin de semana.

Laudrup finalmente no podrá contar con Pierre Webó, que junto a Pereira son baja por sanción y eso obliga al danés a introducir variaciones en el equipo, la más importante, situar a Emilio Nsue en la punta de ataque y a Aki y Castro pegados a las bandas. Pero más allá de los ajustes, este equipo ha demostrado que si sale enchufado al campo no es fácil batirle y Michael Laudrup ha querido corregir durante la semana algunos de los desajustes, o mejor dicho, algunas de las malas costumbres que el grupo ha ido tomando de un tiempo a esta parte. No es nada grave y casi tiene que ver más con la concentración que con lo puramente futbolístico. Mejorar la trancisión de balón, cubrir más y mejor los espacios en la zaga y lo más importante, imprimir ritmo y tener posesión de balón, son los argumentos principales que deben cuidar los rojillos para no salir excesivamente perjudicados del partido que jugarán contra el Sevilla, sin duda uno de los mejores equipos de la Liga. Una victoria supondría tener asegurada la permanencia y evitarse muchos problemas de cara al terrible final de temporada que se avecina en caso de no liquidar hoy mismo la permanencia. Hoy puede ser un gran día. Por muchos motivos.