El centrocampista de la Real Sociedad David Zurutuza (i) y el delantero canadiense del Mallorca Jonathan Alexander De Guzman luchan por el balón durante el partido correspondiente a la vigésima cuarta jornada de Liga. | Javier Etxezarreta

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Más que aproximarse a la franja europea, el Mallorca ha vuelto a las andadas. Congestionada de principio a fin, la escuadra balear rodó anoche una de sus funciones más pobres en Anoeta y le prendió fuego a la posibilidad de adelantar a un equipo de su talla. Espeso, sin alma e inexistente en ataque, el grupo de Laudrup recuperó en San Sebastián sus vicios más perjudiciales, los mismos que le dejaron sin aire entre diciembre y enero. Tamudo, otra vez Tamudo, acabó con la endeble resistencia del conjunto isleño y le mandó a la lona antes de recordarle ciertos principios básicos. Y todo ello, a las puertas de la fase más selectiva y exigente del calendario (1-0).
En una noche horrible, bajo la fina y molesta lluvia donostiarra y con un viento que dificultaba cualquier maniobra, al Mallorca le costó más de la cuenta quitarse el pijama. Laudrup optó finalmente por reformar su centro del campo (introdujo a Joao Victor en la sala de máquinas y dejó en el banquillo a Gonzalo Castro), lo que provocó que el equipo balear perdiera algo de profundidad por las alas.
Además, se encontró de salida con una Real hambrienta y efervescente que trató de agarrarse a las circunstancias para llevar el encuentro a su terreno. No lo logró, pero al menos consiguió intimidar a su invitado, que optó por replegarse, mantener el orden y buscar una respuesta rápida al contragolpe. El resultado fue un primer acto tosco y plomizo, insoportable en algunos tramos. A ambos conjuntos les costaba muchísimo alcanzar la orilla contraria y, sobre todo, fabricar peligro cerca de la zona de conflicto. Todo sucedía en tierra de nadie.
Por mucho que lo probara el Mallorca, no encontraba una sola puerta abierta. La mejor solución era engancharse a la velocidad de Nsue para forzar algún cortocircuito en los cimientos realistas, pero tampoco localizaba ningún apoyo el canterano, desprovisto esta vez de la complicidad de un espeso Pereira. Webó, mientras tanto, vivía incomunicado en su isla.
La Real, pese a no tener nada que llevarse a la boca, comenzó a sentirse cómoda y fue creciendo entre las hostilidades. En parte, propulsado por un gran Xabi Prieto, que marcó desde el principio su terreno ante Kevin y abrió un boquete en el flanco izquierdo de la defensa que hizo cojear al Mallorca. Aún así, su dominio apenas proyectó ocasiones de gol y la única destacable se aplazó hasta casi el descanso, cuando Aouate repelió un remate de Zurutuza (minuto 42) que encendió las gradas de Anoeta.
Después del descanso se acentuaron las diferencias entre ambos bandos. Al Mallorca se le siguió oscureciendo el paisaje y la Real escenificó una salida en tromba que arrinconó a los de Laudrup en la parcela de Aouate. El portero israelí estuvo a punto de introducir el balón en su portería tras un saque de esquina de Griezmann y los locales se vinieron arriba subiendo otra marcha. Y prácticamente al instante, sin variar de recorrido, halló el premio a su ambición. Lo hizo Tamudo, el futbolista que ha goleado en más ocasiones al cuadro balear en la historia de Primera División.
El de Santa Coloma, siempre bien posicionado y con el gatillo listo, cabeceó en el primer palo un envío de Estrada procedente del costado derecho para poner las cosas en su sitio (minuto 55). Era el décimo tanto del catalán ante los rojillos, a los que no azotaba desde octubre de 2007.
El Mallorca, que llevaba muchos minutos viendo venir el golpe, decidió salir de la cama. Laudrup rectificó su movimiento inicial y lanzó a la arena a Castro en detrimento de Joao. No cambió mucho el cuadro con la entrada del uruguayo, aunque los de Son Moix se pusieron las pilas para evitar una caída que ya parecía cantada. A empujones y sin demasiados argumentos, se animó el equipo a atravesar la frontera del centro del campo y al menos le dio algo de trabajo a los defensas blanquiazules, muy poco expuestos hasta ese instante. En cualquier caso, tuvo que esperar la escuadra isleña a que entrara en acción Akihiro Ienaga para probar la impermeabilidad de los guantes de Bravo. Un disparo del nipón, a los 74 minutos, abrió el escaso fuego bermellón.
Con el Mallorca tratando de arreglar el problema a la desesperada y la Real armando el brazo a la contra, los minutos finales se convirtieron en un correcalles. Pudo empatar por esa inercia la formación mallorquinista, pero también se libró de un correctivo más amplio y logró conservar su ventaja en el golaverage. La "casi final" de Anoeta ya está archivada. Y con ella, la esperanza de subirse al tren europeo.

Ficha técnica:

1.- Real Sociedad: Bravo; Estrada, Ansotegi, Demidov, De la Bella; Rivas, Aranburu, Xabi Prieto, Griezmann (Sutil, min. 77), Zurutuza (Markel Bergara, min. 83); Tamudo (Agirretxe, min. 88).

0.- Mallorca: Aouate; Cendrós, Nunes, Rubén, Kevin, Joao Víctor (Chori Castro,min. 58), Martí, De Guzman, Pereira (Ienaga, min. 70); Nsue, Webó.

Arbitro: Rubinos Pérez. (Madrid). Amonestó a Aranburu, De Guzman, Rubén y Kevin.

Goles: 1-0, min. 55: Tamudo.

Incidencias: 20.000 espectadores en el estadio de Anoeta. Temporal de lluvia y viento que dificultó en algunas fases del partido varios lances del juego. Los jugadores realistas mostraron su apoyo a Borja Viguera, lesionado de gravedad tras ser cedido al Nástic hasta el final de temporada.