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No hay un título en juego, pero el Mallorca dará forma esta tarde ante Club Atlético Osasuna a una batalla que puede marcar el destino, a la cita quizás con más trascendencia del curso. A un duelo que se prevé determinante para descongestionar el fondo de la tabla y que supondrá un punto de inflexión. A pesar del enrarecido ambiente que se respira en las entrañas de la entidad, de las críticas lanzadas desde algún sector de la caseta hacia la propiedad por el fracaso en las negociaciones para reforzar la plantilla durante el mercado invernal, desde el club y el vestuario han salido palabras que equiparan la importancia del choque de hoy en el Reyno de Navarra con una final. Llorenç Serra Ferrer encabezó ayer la expedición mallorquinista, un grupo que es consciente de lo que se juega en tierras navarras. La victoria supondría alcanzar la cota 30 y apartar a un rival del camino; le dejaría a nueve puntos más el golaverage. La derrota, en cambio, supondría un palo anímico considerable para un equipo en horas bajas -acumula tres tropiezos consecutivos- y le acercaría de nuevo a la hoguera de la clasificación. (Reyno de Navarra, PPV, 18.00 horas).

No es precisamente Pamplona el lugar idóneo para levantar el vuelo. El Mallorca acumula un puñado de frustraciones en un escenario donde solo ha celebrado una victoria en Primera División. Fue la pasada campaña gracias a un golazo del entonces idolatrado Gonzalo Castro.

Y este es precisamente uno de los guiones que ha repartido José Antonio Camacho para animar a su grupo, eufórico tras tumbar el pasado domingo al Real Madrid y enterrar una enorme crisis de resultados. Osasuna llega a la cita reforzado tras abofetear a Mourinho y desquiciar a CR7.

Será un duelo sin medias tintas. Esas batallas que se ganan por anticipación, Sin resquicio para los artistas. Aquí sólo vale la casta. El coraje. El orgullo. La furia. Y Laudrup ha querido transmitir esos preceptos a sus jugadores. Que se olviden de florituras y malos rollos. Media Liga se expone hoy sobre el tapete del antiguo El Sadar.

Las cicatrices de las últimas refriegas le impedirá al técnico danés calcar su once tipo. De hecho, Laudrup tendrá que hacer malabares con sus piezas para alinear un equipo de garantías. Pierde para el choque a tres piezas claves, una por línea, que le empujarán a la cábala. Las ausencias de Nunes, Joao Victor y Webó han destapado todas las carencias estructurales de una plantilla que, aunque parezca mentira, ha ido perdiendo efectivos en el último mercado invernal.

Con Dudú Aouate bajo los palos, lo más probable es que Rubén supla al central portugués -Martí Crespí pagaría con la suplencia su mal partido frente al Sporting- formando pareja con Iván Ramis. En las orillas se incrustarían Pau Cendrós -el único lateral derecho tras la baja de Ratinho, rumbo al fútbol brasileño- y Kevin García.