Akihiro Ienaga e Iván Ramis, ayer, durante el entrenamiento del Mallorca en Son Bibiloni. | Monserrat

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Las primeras rampas del 2011 ya han agotado parte de esas reservas que había acumulado el Mallorca en la fase inicial del curso. Estacando desde hace semanas en el mismo punto del camino, el conjunto bermellón vive los días más confusos de la era Laudrup. Además de la incertidumbre que se ha filtrado al vestuario debido al flujo del mercado, el equipo ha caído en una peligrosa dinámica de resultados y sus compromisos más próximos no anuncian precisamente una tregua. Después de conectar tres partidos en blanco en los que ni siquiera ha sido capaz de superar la puerta contraria, la escuadra de Son Moix está obligada a incorporarse antes de que se le eche el tiempo encima.

Aunque el edificio rojillo ha empezado a perder altura en enero, sus cimientos comenzaron a tambalearse en diciembre. Durante ese mes, el Mallorca encadenó tres patinazos ante Getafe (3-0), Racing (0-1) y Villarreal (3-1) y un traspiés en la Copa que provocaron que se fuera de vacaciones con la cabeza agachada y algo de inquietud en el cuerpo. Sin embargo, todo varió con el cambio de año. Al menos al principio. Sorprendentemente, el grupo balear regresó a la acción enrabietado y se quitó de encima a Hércules y Almería para situarse frente a la barrera de los 30 puntos. El problema es que ya no ha vuelto a moverse.

Cifras reducidas

En medio de esa última pareja de victorias el Mallorca también abandonó la Copa por la puerta de atrás, aunque lo que más daño le ha hecho han sido las derrotas ante Atlético, Madrid y Sporting. Más que nada, porque a excepción de su visita al Bernabéu la formación mallorquinista nunca ha encontrado un nivel óptimo de juego al que engancharse para seguir creciendo. En total, contabiliza seis derrotas en los últimos ocho partidos (6 puntos de 24) y sus problemas en ataque resultan ya muy llamativos. Y aparte de la falta de definición, sobresale ahora una alarmante carencia de efectivos que obliga a rastrear el mercado hasta el último minuto. Con Víctor de baja hasta mediados de marzo y Cavenaghi fuera del proyecto, sólo Webó, Enrich o Nsue parecen capacitados para asumir responsabilidades.

El Mallorca tratará de salir del bache el sábado en Pamplona, pero tendrá que luchar otra vez contra su tendencia y sus circunstancias. De momento ya cuenta con las bajas de Nunes, Webó y Joao Victor, tres piezas fundamentales en su cuaderno.

Después del Reyno de Navarra, el trayecto tampoco se suavizará demasiado. Viene a Palma el Athletic (13 de febrero), toca visitar Anoeta (20 febrero) y recibir al Barcelona (27 febrero). Y todo ello, con un plantel que en ocasiones no da mas de sí.

Los futbolistas bermellones, que ayer volvieron al trabajo (descansarán hoy antes de regresar a los entrenamientos mañana para preparar la cita ante Osasuna), se lamentaban en su cuartel general de la oportunidad desperdiciada el sábado para dar otro paso hacia la calma. «Hemos venido con la cabeza baja y no es para menos, era un partido para ganar. Pero también hay que dejarlo atrás y pensar en Osasuna», señalaba Joao Victor. El brasileño añadía además que «es uno de los encuentros en los que no hay que hablar mucho porque no salieron las cosas».

Joao, que cumplirá el próximo fin de semana con una encuentro de sanción por acumulación de amonestaciones («la acción en la que me mostraron la amarilla no fue ni falta. Veré el partido en casa con mi mujer»), seguía analizando las causas de la debacle y apuntaba que «todos hicimos lo que pudimos, pero las cosas no salieron bien. El gol en el minuto tres ya nos lo puso muy difícil. Laudrup no ha hablado y lo dejamos para el martes, aunque ahora tenemos que sumar puntos en los próximos tres partidos porque no podemos dejar de sumar. Esta es nuestra liga», reconocía el centrocampista.