Gonzalo Castro, en un entrenamiento. | Monserrat

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La salida de Gonzalo Castro se encuentra todavía en stand by . El uruguayo, que hace unos días tenía prácticamente hechas las maletas para dejar la Isla, sigue sin despejar ninguno de los interrogantes que pueblan su futuro y en el Mallorca empiezan a preocuparse. A pesar del principio de acuerdo alcanzado el pasado fin de semana con los agentes del futbolista para cerrar su traspaso al Nacional de Montevideo, estos siguen sin dar el paso definitivo para confirmar una operación que corre el riesgo de enquistarse. Mientras tanto, el japonés Akihiro Ienaga continúa en la recámara y aunque el objetivo de la entidad era que debutase el domingo en el Bernabéu, si no se agilizan las conversaciones tendrá que seguir esperando por un hueco en la plantilla.

Casi sin quererlo, Castro se ha convertido en el protagonista del principal culebrón de este mercado de invierno. El Mallorca, que cuenta con futbolistas para suplir su posible baja, decidió situarlo en el escaparate para evitar que dentro de un año pueda empezar a negociar su futuro con la carta de libertad en el bolsillo (finaliza contrato el 30 de junio de 2012).

Interés

El buen cartel del uruguayo, cuyo juego explotó la temporada pasada después de una dura fase de adaptación a las exigencias de la Liga, atrajo la mirada de clubes como Sevilla, Atlético de Madrid, Valencia o Villarreal, aunque a la hora de la verdad la nómina de interesados se ha reducido de forma considerable. Los andaluces se apartaron de la puja antes de tiempo y los colchoneros optaron la contratación de Juanfran, lo que limitó la nómina de futuribles a valencianos y castellonenses. Sin embargo, el Mallorca decidió tomar una vía alternativa para ahorrarse cualquier negociación posible con el club presidido por Fernando Roig, con el que anda enemistado desde que le privó de la plaza en la Europa League de la temporada pasada. Ese camino le llevaba a abordar la marcha del Chori a través de su equipo de procedencia, el Nacional de Montevideo, con el que todavía mantiene además una deuda que se aproxima a los dos millones de euros. En esa dirección, el Mallorca dejó casi perfilado un trato que ronda los cuatro millones de euros con la entidad uruguaya y su equipo de representantes (conservan el 30% de los derechos del centrocampista), pero falta todavía el broche final, que se sigue retrasando. En Son Moix confiaban en que el traspaso quedara resuelto entre el fin de semana y el lunes, lo que propició incluso que Laudrup convocara a Ienaga para el encuentro contra el Atlético con el único objetivo de que se fuera adaptando de cara a un hipotético estreno el domingo en Concha Espina. No obstante, esa posibilidad no se confirmó y Castro tuvo incluso tiempo de disputar un buen tramo de la última jornada. Laudrup le reclutó para sustituir al lesionado Víctor, aunque su participación posterior no le sirvió de ayuda al equipo para evitar la derrota. Después del encuentro, el propio Castro señalaba que «si se hace la transacción será porque conviene a todas las partes. Mi representante anda por Valencia y tanto el Valencia como el Villarreal son dos grandes equipos, pero ya se verán las condiciones». Además, el charrúa, que también dejó en el aire la posibilidad de permanecer un año y medio más en el Mallorca, añadió que «dentro de la cancha no pienso si voy al Villarreal o Valencia, pienso en jugar con los compañeros. Cuando me llamen será porque ya se haya resuelto».

Antes de eso, Serra Ferrer también se había referido al asunto. «Estamos esperando una llamada de su agente para cerrar la operación. Es una situación compleja porque se dan varios condicionantes que no agilizan el traspaso», comentaba antes de emprender rumbo a Madrid. Ayer esa tensa espera se siguió dilatando y en Son Moix se temen que tanto los representantes del jugador como el Nacional de Montevideo elijan otra ruta. Al Mallorca se le empieza a echar el tiempo encima y la configuración de la plantilla de cara a la segunda vuelta permanece en el aire.