Los futbolistas del Mallorca se ejercitan en los campos de la ciudad deportiva de Son Bibiloni durante una de las sesiones de la semana. | Monserrat

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Recostado sobre el botín que se encontró hace un par de semanas y espoleado por sus principales referencias históricas, el Mallorca quiere apurar esta noche la primera copa de la temporada. Viaja el conjunto balear a Gijón con la necesidad de recuperar la porción de autoestima que se dejó en Zaragoza, pero también con la obligación de acelerar el papeleo que le asegure su presencia en los octavos de final de la competición que más le seduce. La puntería de Cavenaghi y la inesperada aparición de Rubén en pleno desenlace del primer asalto le han concendido a los de Laudrup un par de cuerpos de ventaja, aunque hoy le tocará abrochar la eliminatoria en un terreno que en los últimos tiempos se le resiste. Allí sufrió su derrota más sonrojante del ejercicio anterior y allí claudicó hace dos meses coincidiendo con el segundo episodio de la Liga. En cualquier caso, desde entonces el cuadro isleño ha extendido la progresión de su juego y eso, unido a la renta que desplazará en el equipaje, debería ser suficiente para blindar el salto a la isguiente estación del torneo (El Molinón, PPV, 21.00 horas).

Aparentemente, no llega en un buen momento el partido para el Mallorca, que sigue exhibiendo las heridas que le provocó su paso por La Romareda. De haber conquistado Zaragoza el cuadro bermellón atravesaría esta semana por el tramo más dulce del curso, pero la derrota en la capital aragonesa y, sobre todo, la forma en la que se produjo, han vuelto a recordarle al grupo que sigue en construcción. Además, hoy se somete a un examen particularmente enrevesado. Y es que, sin apenas espacio para maniobrar, los de Laudrup retarán al Sporting con un once salpicado de cambios y un par de rostros poco habituales.

El técnico mallorquinista no quiere castigar en exceso al plantel y tiene en mente una serie de rotaciones que le darán un aspecto muy diferente al que presenta cuando se mueve entre la rutina del campeonato regular. Curiosamente, la mayoría de las permutas afectarán a su muralla defensiva. Lux, que ya defendió el pórtico isleño en el encuentro de ida, volverá a ajustarse los guantes para ponerse bajo el larguero. De hecho, Aouate se quedará en tierra (la expedición viaja hoy mismo a Gijón) y le dejará su sitio en el avión al canterano Tomeu Nadal. Por delante del Poroto , el técnico alineará una defensa totalmente remozada, con Cendrós y Kevin a los costados y Rubén y Martí Crespí en la parcela central del área.

En el centro del campo también se prepara una pequeña revolución. Si Laudrup no altera sobre la marcha el plan que empezó a delinear el lunes, Martí y Joao Victor se mantendrán en la sala de máquinas, aunque tendrán a otros socios en las orillas. La idea inicial del danés es invertir la posición de su futbolista más en forma (Pereira) y concederle una oportunidad de inicio a Tejera, que en sus incursiones previas (el partido de ida de la eliminatoria y el del pasado domingo ante el Zaragoza) había irrumpido desde el banquillo. En ese escenario, Nsue sustituiría a Jonathan de Guzman como enganche y Webó ejercería de ariete en lugar de Cavenaghi, el héroe de la primera mitad del combate. No obstante, las posibilidades del entrenador de cintura para arriba son muy numerosas y podría cambiar algún cromo de posición en función de lo que ofrezca el rival.

Más allá de su disposición a la hora de afrontar esta nueva evaluación, el Mallorca acude a la guerra avalado por los números que ha redactado en los últimos tiempos frente al escaparate de la Copa del Rey. Una vez superada la maldición que le persiguió durante los tres años posteriores a su conquista del título (fue apeado por Levante, Lanzarote y Alcoyano y su techo fueron los dieciseisavos), el Mallorca siempre ha quemado al menos un par de etapas en sus excursiones por el torneo. Y además, siempre se ha quitado de encima a los conjuntos de su misma categoría con los que se ha ido encontrando en las primeras eliminatorias. En 2007 tumbó al Athletic (cayó después en octavos frente al Deportivo), en 2008 a Osasuna (fue eliminador en cuartos por el Getafe de Laudrup), en 2009 al Málaga (el Barcelona del triplete le detuvo en semifinales) y el año pasado al Valladolid (el Getafe paró su progresión otra vez en cuartos). Esta noche tiene una buena oportunidad para seguir estirando esa historia. Porque después de madurar durante cuatro meses, el nuevo Mallorca disputa su primera final.