Gregorio Manzano. | Efe

TW
10

Gregorio Manzano pretendía un trato preferencial, que el Real Mallorca no le incluyera en el concurso de acreedores, para asegurarse el cobro íntegro de sus emolumentos. La táctica del entrenador jienense comenzó a redactarse a comienzos de febrero, cuando el entonces propietario Mateu Alemany presentó una declaración de insolvencia.
Entonces, Manzano movió pieza. Contrató los servicios del bufete Cuatrecasas e intentó presionar al Mallorca. Cronólogicamente, todo se inició en Zaragoza. El Mallorca jugaba en La Romareda y los abogados del entrenador andaluz también se desplazaron a la capital maña para mantener varias reuniones, entre ellas, con Mateu Alemany. Con el concurso de acreedores a la vuelta de la esquina, los juristas llegaron a sugerir al andritxol que una futura propiedad se hiciera cargo de la ficha de su representado.
Asimismo, pretendían un «trato preferencial» para Gregorio Manzano, que su deuda no estuviera incluida en el concurso. Al ser ilegal dicha maniobra, le instaron a Alemany a encontrar una argucia legal que le permitiera al técnico percibir la totalidad de su ficha. Sin embargo, una vez que supo que iba a ser tratado como cualquier acreedor más -es decir, que cobraría una porción notable de su ficha aunque en varios años, dependiendo del convenio con los acreedores- el actual entrenador del Sevilla amenazó con la demanda en contra de Mateu Alemany que ha fructificado.
La intención del ex preparador mallorquinista pasaba por cobrar por «encima de todo», independientemente del concurso. No quería ser tratado como un acreedor más. Al no atender sus peticiones, Gregorio Manzano presentó una demanda contra Mateu Alemany y algunos ex consejeros, reclamando 2'2 millones de euros, una cantidad que incluye también la deuda que mantiene la entidad con Gonzalo Hurtado, ayudante del actual técnico del Sevilla.