Josep Pons, presidente del Mallorca, en una imagen de archivo. | Monserrat

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El Mallorca aguarda con impaciencia la dimisión de Pep Pons. El club quiere normalizar la presidencia y para ello se antoja imprescindible la marcha del diplomático, que oficialmente sigue siendo el máximo responsable institucional de la SAD balear aunque no desempeña ningún papel institucional y está apartado de la vida pública al estar implicado en un supuesto caso de acoso sexual. El ex embajador de España en Viena carece de apoyos en el consejo de administración, que espera que en los próximos días renuncie a su cargo.

En las últimas semanas, el club le ha invitado a la salida al prohibirle su presencia en varios actos. Todo comenzó el pasado 21 de julio, cuando se hizo público que una empleada de la embajada de España en Viena había acudido a la sección de asuntos de la mujer e igualdad de género de Austria para elevar una queja de acoso laboral.

Tras destaparse el escándalo, los consejeros esperaban que Pons renunciara a su cargo. Nada más lejos de la realidad. El (todavía) presidente de la entidad balear quiso acudir a la presentación del equipo y a la disputa del Ciutat de Palma, pero se encontró con la negativa por unanimidad de los consejeros, que entendieron que la presencia del presidente, inmerso en un caso delicado, iba a ser perjudicial. Jaume Cladera, que está realizando las funciones de presidente, fue el encargado de dirigirse a la afición como máximo responsable de la entidad.

Días más tarde, se produjo un almuerzo previo al comienzo de Liga, entre los consejeros y la plantilla, al que tampoco acudió Josep Pons. El diplomático reapareció tímidamente, un mes después de su retirada forzosa, para entregar el carnet de socio al embajador de España en Estados Unidos, el mallorquín Jorge Dezcallar.

Pons también recibió la negativa por respuesta cuando amagó con acudir al estadio de Son Moix el pasado domingo para presidir el estreno liguero ante el Real Madrid. El club le recomendó no asistir ni al partido ni al almuerzo oficial de directivas, celebrado al mediodía.

Este periódico desveló que Josep Pons había presionado a diversos trabajadores de la Embajada española en Viena y a sindicialistas de UGT en Madrid para instarles a no «hacer manifestaciones» en relación a su caso. Pons, que no informó de tener abierta esta investigación cuando Llorenç Serra Ferrer le propuso ser el presidente de la entidad, ha optado por desaparecer de cualquier acto relacionado con el club hasta que no haya una decisión del Gobierno austríaco sobre este asunto, cuyos momentos más comprometidos se produjeron cuando pidió a esta trabajadora que le ayudara a poner y quitar una media tras una operación en la rodilla estando, desnudo en una ocasión, y sólo con un albornoz en la siguiente.

Cabe recordar que UGT, el sindicato que ha tramitado la acusación contra Pons, cree que durante este mes de septiembre la Oficina de Igualdad de Viena emitirá un dictamen sobre el caso. El club espera la inminente dimisión del presidente .