Michael Pereira, en el hotel de concentración del equipo.

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En apenas un par de días de trabajo, se ha descubierto como una de las sensaciones del stage de Ermelo. Hace menos de dos semanas, Michael Pereira (París, 1987) se quedó con las ganas de viajar a Suecia, donde esperaba presentarse a Laudrup como uno de los principales valores al alza de la cantera mallorquinista. Sin embargo, estaba a punto de ser padre y las circunstancias le obligaron a quedarse en casa. Llegó al Mallorca hace once meses y parece decidido a perpetuarse en la Isla. Admira el fútbol del brasileño Robinho y en su primera intervención con el equipo (el jueves ante el Zwolle) firmó varias acciones de autor que le han situado en un lugar preferente del escaparate rojillo.

«Fue mi primer partido y me sentí muy bien», comenta. «No sé qué pensó de mí el míster tras el partido y habrá que esperar para ver si le gusta mi juego o no, pero yo daré el máximo», argumenta. No obstante, lo que más preocupa ahora mismo al galo es su situación en el Mallorca, porque ofertas no le faltan. «Estoy contento del interés de otros equipos, pero llevo muchos meses diciendo que me quiero quedar aquí», sentencia.