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El Mallorca regresa a su punto de partida. Después del paréntesis que ha supuesto la competición liguera, que ha desembocado en la clasificación para disputar la Europa League la próxima temporada, el club balear vuelve a convivir con las dudas. A la dramática realidad que supone convivir constantemente en un laberinto institucional, con los acreedores aporreando la puerta y un futuro cargado de interrogantes.
La SAD balear se encuentra en el mismo sitio que el año pasado, aunque la situación se ha agravado. Mateu Alemany, como sucediera hace doce meses, se encuentra en la búsqueda de un comprador «solvente»; con el objetivo primordial de realizar una venta «responsable» y, sobre todo, con el único propósito de no equivocarse esta vez de cliente después del fiasco de la familia Martí Mingarro.
Amenaza
Desde su regreso a la entidad balear, a mediados del pasado noviembre después del nefasto desembarco de la familia Mingarro, Mateu Alemany está tratando de dejar al Mallorca en la rampa de lanzamiento de su salvación económica. El pasado 3 de febrero, el propietario puso en conocimiento del juzgado la insolvencia económica de la entidad, inaugurando un «escudo protector», que debía servir para negociar el aplazamiento de la deuda que la entidad tiene contraída con numerosos acreedores. El paso previo a la inminente suspensión de pagos.
Una vez cumplido este trámite, el siguiente paso apuntará al futuro dueño del club. Alemany se encuentra en plena búsqueda, aunque no han trascendido los posibles compradores potenciales. El consejero delegado, no obstante, quiere estar seguro y no volverá a cometer el error del pasado verano.
Hace un año, aproximadamente por estas fechas, el abogado andritxol pactó la transacción de sus acciones con el empresario tinerfeño Carlos González. Se llegó a firmar incluso una opción de compra, que finalmente no se hizo efectiva por discrepancias.
A comienzos de agosto, cuando la continuidad de Alemany al frente de la entidad se daba por hecho, vendió el club a Javier Martí Mingarro, dueño del Grupo Safín. El acuerdo parecía poner fin a más de un año de culebrones y esperpentos. Sin embargo, apenas 100 días más tarde, la familia madrileña abandonó la entidad por la puerta de servicio después de incumplir con los pagos pactados a Mateu Alemany. 24 horas después de que el mallorquín aterrizara de nuevo en el club, el propietario acudió a los juzgados para interponer una denuncia contra Javier Martí Asensio -hijo del anterior dueño- tras detectar «gastos injustificados» en la contabilidad de la entidad balear.
A este catarsis institucional, hay que sumar la continuidad de Nando Pons. La permanencia del director deportivo, al que quiso despedir la familia Martí Mingarro nada más aterrizar en la Isla, supone un lastre para la economía mallorquinista. A pesar de destaparse durante este curso sus negocios inmobiliarios con Marcos Martín y de salir a la luz sus extraordinarios ingresos, Pons se mantiene en el cargo contra viento y marea. En los últimos días, junto a Manzano, se está documentando para buscar asesoramiento legal con el objetivo de percibir íntegros sus millonarios contratos.