Los jugadores del Mallorca se abrazan para celebrar uno de los goles que consiguió en San Mamés. | Efe

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El Mallorca se sumerge a partir de hoy en la Semana Champions. El conjunto balear, que está más agarrado que nunca a la nube gracias a su exhibición en San Mamés, afronta en los próximos cinco días dos encuentros trascendentales para sacar el pasaje que le permitiría inscribir su nombre en la próxima Liga de Campeones. Real Madrid (mañana, 22.00 horas) y Deportivo (sábado, 21.00) marcarán el futuro a medio plazo del club, que ascenderá las últimas rampas del ejercicio en una posición privilegiada del pelotón. Mientras el Sevilla (su único gran rival en la carrera por la máxima competición continental) se sacude la presión, los isleños van a hacer un triple esfuerzo para acorazar la cuarta plaza del torneo y reescribir las páginas más relucientes de su biografía. Con la Europa League prácticamente en el bolsillo y el grupo brillando a un nivel extraordinario, nadie quiere mirar hacia abajo ni desaprovechar una ocasión histórica.

La plantilla del Mallorca circula por el tramo más soleado del ejercicio y aunque toda la temporada ha sido para enmarcar (no ha sacado en ningún momento los pies del suelo europeo), sus actuaciones recientes resultan todavía más llamativas que las de la primera parte del curso. Eso ha propiciado que el estado de ánimo de la plantilla se haya disparado hasta unos niveles desconocidos, sobre todo, después del golpe de autoridad que propinó el domingo el plantel en Bilbao (1-3). Desde ese momento, los futbolistas llevan la sonrisa dibujada en el rostro y están convencidos de que se puede puntuar mañana frente al Madrid. El plantel se siente además muy cómodo en su base de operaciones (sólo han puntuado en ella Sevilla, Barcelona y Málaga) y es consciente de que si supera la prueba ante la escuadra de Pellegrini, la Liga de Campeones estará encarrillada, ya que el Deportivo ha bajado mucho de intensidad y el Espanyol podría llegar a la última jornada sin jugarse nada.