El 26 de febrero de 2006, Florentino Pérez vio el descalabro de su equipo ante el Mallorca y decidió abandonar, junto a Grande y Matas, que ya son historia en el club y en el Consolat. | Efe

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Mallorca tiene un sabor especial para Florentino Pérez, un sabor agridulce. En la Isla disfruta de su tiempo libre, a bordo de su yate y surcando el mar mediterráneo. No está nada mal. Sin embargo, futbolísticamente no todo han sido buenos momentos porque en Son Mox, en febrero de 2006 dijo basta. Ahí empezo el declive del Real Madrid durante estas ultimas temporadas. Tras un partido frente al Mallorca en que su equipo perdió dos a uno, el empresario decidió que lo mejor para el club era marcharse. Grave error. Tras casi seis años en el cargo y después de un partido pasado por agua, Pérez hizo una reflexión de urgencia tras ver lo que había sucedido sobre el terreno de juego. Sin ir más lejos, la plantilla apenas celebró el gol de Sergio Ramos y deportivamente el equipo blanco estaba en plena caída libre. «Les maleduqué», dijo Florentino en relación a sus futbolistas. «Les maleduqué y se confundieron. Con mi dimisión deben ver que lo único importante es el Real Madrid», sentenciaba el presidente dimisionario del equipo blanco.
La puntilla
Mallorca había sido la puntilla a una temporada donde los problemas se acumulaban uno tras otro. Con la restrospectiva que dan los acontecimientos, su marcha no fue ni de lejos la solución. El club entró en una situación de máxima inestabilidad, empezando por Fernando Martín y pasando por unas elecciones que se cerraron en falso y con Ramón Calderón proclamándose campeón de las mismas.
Las visitas en Palma del Real Madrid con Florentino al frente se han saldado con cuatro victorias, la más abultada la conseguida en la Copa del Rey la temporada 02/03. El último partido que vio en el palco como máximo responsable del club madridista, nadie que compartió esa fatídica tarde para el madridismo llegó a sospechar que había tomado la decisión de marcharse. Sorpresa, asombro y desconcierto fueron las palabras más pronunciadas por las personas que tuvieron contacto con él en la zona noble del estadio. Escoltado por el ex propietario Vicenç Grande y por el ex presidente del Govern, Jaume Matas, Florentino se marchó del palco muy triste y muy afectado, pero nadie creía que podía suceder lo que ocurrió el día siguiente, lunes para más señas.
Uno de los que recuerda bien ese día es Miquel Bestard, presidente de la Federació de Futbol de les Illes Balears, que compartió primera línea de palco con el que de nuevo es presidente del equipo blanco. «Su cara era un poema, pero a mí lo que más me extrañó fue la manera de comportarse de los jugadores, que no parecían dispuestos a esforzarse», decía Bestard.
Ese día, el domingo 26 de febrero, Florentino había decidido, al abandonar el ONO Estadi, abandonar también la presidencia del Madrid. Mañana regresará otra vez al lugar del crimen, al escenario donde uno de los hombres más ricos de Europa, se sintió muy pequeño hasta el punto de no ver salida a una situación de la cuál él se sentía el máximo responsable. Mañana a partir de las diez de la noche el equipo blanco volverá a jugarse la temporada en noventa minutos. Si el Barça gana, un empate o una derrota en Son Moix finiquitaría las opciones del grupo de Pellegrini de ganar el único título que le resta por disputar esta temporada. Una victoria le permitiría seguir soñando, pero para que ésta se produzca necesitará jugar mucho mejor que como lo ha hecho estas últimas semanas. Ronaldo fue muy claro. «Todo el equipo ha estado muy mal», dijo. Palabra de CR9.