Toni Nadal en el Rafa Nadal Sports Centre, su cuartel general. | M. À. Cañellas

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Para Toni Nadal Homar (Manacor, 1961) no es un final de año cualquiera. Con la clausura del curso se cierra también una etapa inolvidable, en la que ha acompañado a su sobrino Rafael hasta las cumbres más elevadas del planeta tenis. Subraya que en todo este tiempo junto al número uno ha vivido cosas inimaginables, pero asume con naturalidad los cambios que se avecinan.

Todo llega en esta vida, y el momento de separar su camino del de Rafael ya lo ha hecho. ¿Se había preparado para ello?
— No, la verdad es que nunca le había dado demasiada importancia. Es algo natural y, al final, yo seguiré vinculado al tenis y en la Academia. No le doy más importancia.

¿Qué le ha aportado su sobrino durante estos años?
— A nivel profesional mucho. Gracias a él, he estado en las mejores pistas del mundo, en los mejores torneos... He visto el tenis de élite de cerca. Si yo no hubiera tenido a un jugador como Rafael, difícilmente habría tenido esa posibilidad. Me ha llenado, en el aspecto exterior, por la valoración que la gente pueda hacer de mí como entrenador. Tener a un jugador como él me ha revalorizado como entrenador. Y a nivel tenístico, su aportación ha sido muy válida. Solo puedo estarle agradecido, porque me ha permitido hacer lo que yo había soñado siempre.

Ha vivido cosas inimaginables durante este tiempo...
— Nunca me hubiera imaginado que un chico entrenado por mí ganara diez veces Roland Garros, dos veces en Wimbledon, tres el US Open, una en Australia... O en Montecarlo, Barcelona... Cuando empecé a entrenar en el Club Tenis Manacor, siempre tuve la ilusión de que alguien entrenado por mí fuera un buen jugador. Empecé con la ilusión de que fuera alguno campeón de España, que el club fuera un referente en Balears... Tuve gente que estuvo cerca, pero lo que he vivido con Rafael es inimaginable. Lo que ha logrado, no lo ha conseguido mucha gente en el tenis mundial.

¿Qué va a suponer este nuevo escenario en su día a día?
— Bueno, antes por estas fechas empezábamos a entrenar, después nos íbamos a Australia... Ahora, en lugar e ir a Australia, me iré a Valldemossa (risas). Es un cambio y hay que asumirlo. Digamos que de una actividad me he jubilado y ahora empezamos una nueva etapa. Cuando pase el tiempo, os podré decir qué supondrá y cómo me siento.

Además, ha sigo testigo directo de una generación de grandísimos tenistas.
— Creo que la gente exagera. Yo procuro no exagerar en la medida de lo posible. Todos se preguntan qué será del tenis cuando se retiren Rafael, Federer o Djokovic. Mira, antes estuvieron Borg, McEnroe o Connors, que fueron muy importantes en su momento. Después vinieron Becker o Lendl... Siempre hay gente buena. Lo que es difícil es que tres jugadores, de la misma generación, ganen todo lo que han logrado ellos. Si sumas los Grand Slams de Djokovic, Federer y Rafael, son 47. McEnroe, Borg y Connors, ganaron 26. Hay una sensible diferencia. Gente relevante siempre hay y habrá. En el fútbol ahora están Cristiano y Messi. Antes, tenías a Cruyff, Maradona, Platini, Zico. O en las motos, cuando Rossi se retire, Márquez o Lorenzo recogerán el testigo. En baloncesto, se retiró Jordan y vinieron otros. Tal vez no como él, pero con grandes cualidades.

¿En qué le podría beneficiar este cambio a Rafael?
— Teóricamente, creo que no le va a perjudicar. ¿Beneficiar? No sé, creo que todo este tiempo le ha ido bien y seguirá igual. No creo que cambie mucho. El año que viene, él te podrá responder.

La base física y técnica ya está suficientemente asentada...
— Cuando uno está bien formado, toca seguir haciendo más o menos lo mismo. Con la propia evolución de que debes saber que el físico no es el mismo de cuando tienes veintipico años y que tenis cambia y evoluciona.

¿Hay algún momento que le ha quedado grabado especialmente?
— Muchos. Rafael ha ganado muchos torneos, e importantes. Me acuerdo mucho de cuando era un niño, cuando ganó el Campeonato del Mundo oficioso. Cuando ganó el primer Montecarlo. Fue muy especial, porque yo había visto el torneo de Montecarlo por televisión muchos años... El primer Roland Garros, el primer Wimbledon... Después, ya te lo esperas más. Cuando has ganado en París y Londres, ya esperas ganar el US Open o en Australia. Pero aquellos dos fueron especiales. También me quedo con la final de la Copa Davis de Sevilla. Fue el primer gran éxito de Rafael.

— ¿Y de los malos o difíciles?
— Las lesiones, o las derrotas dolorosas. La de Soderling en París, la de Djokovic en Australia...

¿Y la renuncia a los Juegos OIímpicos de Londres?
— Fue un momento duro, pero especialmente lo fue para Rafael por lo que suponía para él a nivel deportivo y personal.

¿Le ha quedado alguna cuenta pendiente en este trayecto?
— Claro que sí. Después de tantos años, alguna espina te queda clavada... Ganar un Masters, por ejemplo. Ojalá lo hubiera podido hacer Rafael. O alguna derrota. Pero el deporte es una combinación de éxitos y derrotas. Nunca fracasos. Para mí, una derrota no es un fracaso. Vives grandes momentos, pero también otros complicados, con derrotas inesperadas o dolorosas. Pero lo entiendo dentro de la normalidad y no le doy importancia.

¿Cree que España disfrutará de otro tenista de este nivel?
— El listón está elevado, evidentemente. Hasta el momento, solo un jugador ha superado a Rafael en cuando a Grand Slams. Hasta ahora, hay uno que ha logrado diecinueve, y Rafael tiene dieciséis. Es complicado que salga otro. Difícil es, imposible no. ¿Que salga en España? Más difícil todavía, pues te ciñes a un solo país. Recuerdo que cuando Sampras logró el Grand Slam número catorce, ya se pensaba que el récord sería difícil de batir. Mira, en la siguiente generación, dos jugadores le han adelantado y otro lo podría hacer también.

¿En qué ha cambiado el tenis desde su llegada al circuito?
— Especialmente en un tema estratégico. Cuando llegamos, teníamos muy claro qué debíamos hacer. Cuando le entrenaba, debía tener un drive muy bueno, intentábamos estratégicamente jugar una primera pelota alta al revés del rival, para después iniciar la jugada. Esto era un plan claro. La gente se iba para atrás, y Rafael podía empezar a atacar. Hoy en día, todo va más rápido... O nosotros más lentos. El juego se ha acortado un poco, en la mayoría de partidos, los puntos son de menos de cuatro bolas. Hay un cambio en la forma de juego. Además, antes el saque era importante, pero no decisivo. Aunque el servicio no fuera bueno, con el paso de las bolas podíamos recuperar. Hoy, si el juego te dura 4 bolas, el saque es un 25%. Si son 3, un 33%. Tiene mucho peso. También se juega con menos estrategia y se entrena a una alta velocidad, no importa tanto el error, sino el que seas capaz de generar potencia en cada golpe. A mí, me gusta más el juego estratégico, construyendo cada punto.

En todos estos años, ¿hay algún jugador, al margen de Rafael, que le haya impresionado o llamado la atención?
— Me han gustado muchos jugadores. Me gustan los que tocan bien la bola y juegan con una estrategia, tienen un juego plástico. Además de Federer, del que lo único que no me gusta es que juega demasiado rápido, aunque me encanta la técnica que atesora y su clase cuando pega, hay muchos como Tim Henman o Guillermo Coria.

¿Nos queda Rafael Nadal para muchos años más?
— Hace años, había gente que me decía que Rafael tendría una duración tenística corta con su tipo de tenis. Yo siempre les decía lo mismo, esperaba que se equivocaran. Si era así, era una buena señal para nosotros. Si no se equivocaban, nos habríamos parado antes. Al final, juegas lo que te permite la cabeza. Hoy en día, el físico ya no es tan determinante. ¿Hasta cuándo veremos a Rafael? Pues él seguirá mientras mantenga la ilusión por estar allí y se sienta competitivo, una cosa va con la otra. Es el caso de Federer, por ejemplo. Solo el tiempo lo dirá. De cara al año que viene, creo que va a haber más posibilidad de gente que realmente va a luchar por los torneos importantes, como Dimitrov, Zverev, Federer, Djokovic, Murray, Rafael, Goffin, Thiem...