Thibault Magnin, este lunes, tras su participación en la prueba de Big Air. | Nacho Casares (COE)

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Nació en Suiza, pero se siente «medio mallorquín» y recuerda con «enorme cariño» los años que pasó en la Isla, primero de vacaciones con su familia y más tarde residiendo y estudiando en el Liceo Francés de Palma. Thibault Magnin Blanco (Friburgo, 2000), de padre suizo y madre española, a sus 21 años, es una esperanza de medalla olímpica. Y un ejemplo de superación, pues meses atrás una grave lesión de rodilla estuvo a punto de dar al traste con su ciclo rumbo a Pekín 2022, pero a base de coraje y «la inspiración de mi familia, con la que hemos superado momentos complicados», ha conseguido hacer realidad su sueño. En la madrugada del pasado lunes, este mallorquín de adopción estrenó galones olímpicos en la modalidad de esquí acrobático, dentro de la categoría de Big Air. «Algo espectacular. Te lo cuentan, pero hasta que no lo vives, no lo entiendes realmente. Unos Juegos Olímpicos de Invierno son lo más...», refiere emocionado Magnin en conversación con Ultima Hora desde la capital china.

Pese a quedarse fuera de la final, penalizado por dos errores y mostrando un enorme descaro y ganas de hacer algo grande, Thibault tendrá una segunda oportunidad el próximo lunes en Slopestyle. «Voy a por todas, ilusión me sobra, no tengo nada que perder y mucho que ganar», comenta el deportista nacido en Suiza, residente en Andorra (su padre vive actualmente en la República Dominicana) y que ha forjado su carrera deportiva en Estados Unidos, su destino tras dejar a la caza de su sueño a su familia en Mallorca, una Isla que empezó a visitar siedo bebé y que le trae dulces recuerdos, además de conservar buenos amigos de la infancia y dejarse ver en verano, practicando trucos por zonas de costa, como refleja en sus cuentas en las redes sociales.

Freestyle Skiing - Men's Freeski Big Air - Qualification - Run 2

Thibault Magnin, en el momento de acabar una de sus rondas. NACHO CASARES (COE)

Modelo

Porque, además de un referente mundial del esquí acrobático, Thibault Magnin ha causado impacto en Pekín 2022 por su faceta como modelo, aunque estos días focaliza todas sus energías en su primera experiencia olímpica, en la que «no descarto nada y sueño con una medalla», siendo señalado por muchos como uno de los ‘tapados’ del equipo español. «Firmé con una agencia de modelos en Barcelona. Pero ahora mi prioridad es el esquí. Lo otro es algo que en verano puedo hacer, va bien con mi imagen y voy a seguir haciendo», resalta.

«Desde que tengo seis meses, aunque vivía en Suiza, cada año íbamos en verano a Mallorca. Teníamos familia en la Colònia de Sant Pere, y con doce años ya fuimos allí de forma permanente», rememora Magnin, que acabó en el puesto 28º de las clasificatorias de Big Air (79.75 puntos), en las que el también español Javier Lliso logró el billete para la final por las medallas en Pekín 2022. Confiesa ser «un enamorado de Mallorca» y admira a Rafael Nadal «por sus valores y su enorme trayectoria». Y deja claro que, siempre que puede, regresa a la Isla, que le recuerda «grandes momentos de mi vida, además de seguir teniendo amigos en la Colònia de Sant Pere o Son Serra (de Marina)».

Tras el duro golpe que supuso la pérdida de su madre, tiempo después optaron junto a su padre, un apoyo fundamental en su carrera deportiva y su vida personal, instalarse en Mallorca, «que es dónde más tiempo he pasado en España, por eso me siento en buena parte de allí. Es más, cuando me preguntan, lo digo con orgullo y claramente: me encanta decir que soy de Mallorca», admite, aunque tuvo que tomar la decisión de cambiar el mar por la nieve para crecer como deportista, tras iniciarse en el esquí con doce años, en paralelo a su vida en Mallorca.

Apoyos

Durante esos meses en la Isla, antes de poner rumbo a Estados Unidos con 15 años y gracias a una beca, practicó gimnasia artística y cursó estudios en el Liceo Francés de Palma, periplo que recuerda «muy bien por lo bonitos que fueron esos años», añade. Y es claro al afirmar que «es un orgullo representar a Mallorca, es la tierra que más me ha marcado», añade Thibault, que tiene en su familia a su motivación. «La familia es lo que más me alienta. Perdí a mi madre con ocho años y sé que estará muy orgullosa de mí; mi padre es un referente por cómo nos crió a mí y mi hermano», relata Magnin, quien recuerda que «esos momentos duros que vivimos juntos son una inspiración para mirar al futuro y disfrutar del presente. Gracias a ellos estoy en estos Juegos Olímpicos, cumpliendo un sueño», continúaba Thibault. En su hoja de servicios, como gran esperanza del esquí acrobático español y miembro del programa Podium, el pupilo de Josep Gil luce el bronce en el Mundial júnior (2018) y dos Top 10 en la Copa del Mundo (2022). Pero Magnin sueña con volver de Pekín con una medalla.