Marc y Kike Laguna posan uniformados durante el partido que ambos arbitraron juntos en Alcúdia.

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El baloncesto balear conoce muchas sagas, incluso en un estamento como el arbitral. La última en coger forma es la de los Laguna. Y es que Kike, uno de los colegiados más veteranos y conocidos del Comité, tuvo «el privilegio» de poder compartir con su hijo Marc, de 17 años, su primer partido oficial como árbitro. Fue en Alcúdia, en un partido de Mini Masculino entre los locales y el Santa María, «y es algo que me quedará para toda la vida. Y que, como arbitro, pero especialmente como padre, me llena y me enorgullece mucho y me hacía ilusión», refiere Kike Laguna, que quiso arropar en primera persona a su primogénito en un día tan especial dentro de su vida personal y deportiva.

Marc juega en el júnior del Santa Mónica, tiene el título de entrenador y ya arbitraba «de forma amateur» partidos de los más pequeños. «Le ví y no lo hacía mal», refiere su padre, con 33 años de experiencia en la dirección de partidos y dentro del Comité en diferentes facetas como la docente. «No quería conducirle, porque tiene que ser algo vocacional. A los 16 años se sacó el título de entrenador y después el de árbitro. En casa, otra cosa no, pero el baloncesto lo tenemos muy metido», añade Kike (colegiado y entrenador de un equipo del Bahía San Agustín), cuya esposa fue jugadora y ahora es directiva de un club, teniendo ambos tres hijos jugadores, y en el caso de Marc, entrenador y árbitro también.

De este último destaca «su rodaje con los Preminis en su club», pero a la vez confiesa que «esa sensación de verse con el uniforme arbitral, en un partido con público... Fue muy especial. Para ambos», explica. Como veterano colegiado, y a la vez padre, Kike le guió hacia ese momento «único». «Le ayudé a hacer la bolsa, a saber qué debe llevar, cómo preparar el partido en la pista...», prosigue. Y buenos consejos también le brindó, «pues le dije que se tranquilizara, que estaba allí para ayudarle y creo que eso le pudo ayudar», comenta Laguna sénior.

Tras la experiencia de Alcúdia, que celebraron cenando juntos, ya voló en solitario en su segundo partido en la pista de Sant Josep y, confiesa, «espera con ganas las designaciones para saber dónde pitará». Porque lo ha vivido de cerca Marc, ya que «desde que tiene uso de razón, ha estado en la grada. Me ha visto pitar y me cuentan que me imitaba en los partidos», recuerda con cariño Kike, quien como voz autorizada dentro del colectivo, lanza un mensaje para animar a quienes quieran «probarlo al menos. El Comité tiene un ambiente sano, es una actividad que fomenta el deporte, les echa una mano en la vida y es flexible a la hora de compatibilizarlo con trabajo o estudios». Tras Kike llegó Marc, y no descarta que alguien más siga sus pasos. «A lo mejor se animan... ¡Ojalá!», afirma el colegiado, pero por encima de todo, un padre orgulloso.