La púgil profesional mallorquina Farah El Bousairi posa en el Motorcity Boxing Club. | Pere Bota

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Su salto al campo profesional marcó un punto de inflexión en la historia del boxeo balear. Farah El Bousairi dio el paso en 2017 y, con un récord inmaculado a su favor (2-0), la púgil isleña se vio obligada a colgar los guantes al sufrir una lesión en la rodilla que frenó su progresión. C

on un balance de 21-3 en el campo amateur, medallista en los Campeonatos de España y con experiencia en citas como el Boxam, Fara ha vuelto. Y lo hace «con el mismo objetivo que cuando debuté como profesional: pelear por un Mundial», afirma rotundamente la pupila del carismático David Quiñonero en el Motorcity Boxing Club.

Ilusiones

Su retorno estaba previsto este sábado, pero el combate pactado en la República Checa se suspendió, dando más tiempo de reacción a Farah El Bousairi (51 kilos), que lo dejó «todo» durante dos años en los que «no entrenaba... Pero ganas no me faltaban. Pese a estar parada, algo me decía que tenía que volver», confiesa, dejando atrás esa grave lesión que frenó en su día sus sueños. Hasta que el pasado verano «decidí volver. No podía más (risas)».

El apoyo de su entorno ha sido «total» y, ahora, su sueño es «volver a pelear y sentir las sensaciones de un combate. Estoy preparada para volver».

Farah dio el golpe al ser la primera balear en pasar a profesional dentro de un mundo tan complejo como el del boxeo. Muchos meses fuera de los cuadriláteros le pasaron factura apenas unos días. «No sabía ni si podría sombrear... Pero fue rapidísimo», recuerda El Bousairi, que ha encontrado en Cristina Navarro a una compañera «ideal» para entrenar.

«Tiene condiciones y se ha visto al volver. Sigue pegando fuerte y encaja bien, ha vuelto la mejor Farah», avisa Quiñonero.