Jaume Munar posa en la pista cubierta de la Rafa Nadal Academy by Movistar en Manacor | Tolo Jaume

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Jaume Munar (Santanyí, 5-5-1997) ha activado la pretemporada tras un curso marcado por los altibajos en el que ha disputado 33 torneos. Sensato, exigente y autocrítico, el jugador de la Rafa Nadal Academy destila motivación de cara a un 2020 en el que quiere soñar a lo grande.

—¿Qué balance hace del año?
—Con perspectiva es un buen año porque estoy en fase de crecimiento y he logrado cosas que no había conseguido como sentirme competitivo en torneos ATP. Ha habido una parte del año muy mala, pero son etapas que hay que quemar y si soy listo no me tiene que volver a pasar. Tengo la sensación de que soy mejor jugador. No ha sido una supertemporada pero como mínimo ha sido positiva.

—¿Qué ha hecho bien y mal?
—Tenísticamente he mejorado en muchos aspectos y lo peor ha sido el control emocional. He tenido muchos altibajos en la pista y es algo tengo que corregir.

—¿Tiene ayuda profesional o es algo que debe solucionar usted?
—Tengo un psicólogo en la academia con el que he empezado a trabajar hace poco, pero las soluciones reales estan dentro de mí. Creo que también es un tema de edad y que lo iré corrigiendo.

—En la gira sudamericana jugó varios cuartos de final y tuteó a ganadores de torneos ¿se siente cerca de ellos?
—No estoy tan lejos. Ahora voy a los torneos con la garantía de que daré un nivel y de que puedo ganar a casi todo el mundo. Ha habido puntos que han podido cambiar mucho el año y precisamente esto hace que esté muy motivado. En 2018 fue un regalo entrar en el top 100 y ahora estoy donde me merezco. Si sigo por el mismo camino el próximo año será bueno.

—Enlazó siete torneos cayendo en primera ronda ¿Cómo se supera?
—Puedes arrastrarlo o pensar en que paren las derrotas. Yo lo encaré mal y tengo que trabajarlo.

—¿Ha sufrido más que disfrutado?
—He disfrutado porque hago lo que quiero y me apasiona y me gano la vida con ello. Luego hay momentos difíciles de los que no hay que esconderse. Cuando uno está solo y es autoexigente lo pasa mal a ratos, pero hay buenos momentos que lo compensan.

—Cerró el año con un título...
—No hay mejor manera de terminar. Aclaré las ideas y me dejó un buen sabor de boca.

—Volvió a los Challenger para confirmar su nivel ¿Lo sintió como un castigo?
—Se puede ver como un paso atrás, pero al final es un golpe de realidad. Si juego Challengers es porque tengo que jugarlos. Si lo hago es porque lo necesito y sentí la oportunidad de reencontrarme.

—¿Qué objetivos se marca?
—Es primordial tener una estabilidad en el juego y la parte emocional. Esto me llevará a los éxitos a nivel tenístico. Después, si miro números, quiero entrar en el top 50. Tengo 22 años y no soy un niño, pero sigo en formación y si todo va como me gustaría me quedan muchos años de tenis. Quiero ser más agreviso y tener una posición en pista más cercana a la línea. Tengo que introducir ajustes, pero me preocupa más la parte mental y física porque tengo confianza en la evolución.

—¿Es tan grande como parece la distancia del Big 3 con el resto?
—Es muy grande, pero creo que se irá reduciendo porque la generación que viene aprieta. Hay gente que quiere ganar y tiene ganas de ganar. Es algo que se dice poco pero hace falta que sea así para llegar a desbancar a unos jugadores que no es que sean mejores que la generación de ahora sino que están por encima de todas.

—¿Cómo calificaría el año de Rafael Nadal?
—Espectacular. Me gustaría saber cuantas veces lo han dado por muerto y un año más está arriba del todo. Su capacidad para salir de los malos momentos demuestra quién es. Ha evolucionado muchísimo en el juego y ha sido uno de sus mejores años. Es capaz de ganar cualquier torneo y ha terminado en la Copa Davis tirándose el equipo a la espalda demostrando que además es un líder. Es especial. Hace cosas que pocos pueden hacer.

—¿Es bueno tenerle como referente o perjudicial crear una expectativa tan alta?
—Es muy bueno. Hay que copiar las cosas buenas de los mejores, pero saber salvar las distancias. Hay que crear una expectativa realista y tomar detalles de lo que puedes hacer. Luego hay cosas al alcance de unos pocos.

—¿Cree que necesita ganar un título para sentir el ‘click’ que catapulte su carrera?
—Creo que ese 'click' llega cuando menos te lo esperas si mantienes una línea. Puede ser un torneo, un partido o una dinámica positiva. Ganar a David Ferrer en Roland Garros me cambió la mentalidad y no esperaba que fuese ese partido. Me encantaría ganar un torneo porque sería un sueño hecho realidad, pero no me marco objetivos concretos. Me encanta soñar a lo grande y vendrá lo que tenga que venir.