Imagen de Elena Gómez y Cintia Rodríguez en la sala de gimnasia del polideportivo Príncipes de España. | Pilar Pellicer

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De Atenas a Tokio. De Elena a Cintia. Dieciséis años separarán dos hitos del deporte mallorquín, de una gimnasia artística femenina que regresará a unos Juegos Olímpicos tras una larga ausencia. Y gracias en buena medida al concurso de Cintia Rodríguez (Inca, 1994), clave en la clasificación del equipo en el pasado Mundial de Stuttgart, toda vez que ya había sacado un billete individual. La pupila de Pedro Mir, la referencia del laureado Xelska en el presente, recogerá, salvo imprevistos, el testigo de toda una campeona mundial, la única que ha conocido este deporte en nuestro país. Elena Gómez (Manacor, 1985) fue la pionera, la que abrió el camino en 2004, en unos Juegos en los que se erigió en la primera gimnasta balear (artística) en ser olímpica.

Elena y Cintia compartirán algo más que su pasión por la gimnasia en unos meses. Ultima Hora conversó con ambas en un encuentro que plasma el relevo olímpico que se materializará en Tokio 2020, el escenario que culminó la carrera de la manacorina y que hará realidad el sueño tan perseguido por la inquera tras tres ciclos de lucha, de buenos y malos momentos.

Desde la perspectiva que dan el tiempo y la experiencia, Elena Gómez pone en valor la presencia del equipo femenino en Tokio. «Lo más duro ya ha pasado. Ir a los Juegos es un premio, y en el caso de Cintia, la guinda a su carrera deportiva, un premio a la constancia», comentaba la campeona mundial de suelo en 2002, que recuerda «todo el esfuerzo personal, familiar, psicológico y físico» que supone un ciclo olímpico, y por ello, «y por ellas -las gimnastas- y gente que conozco del equipo, me alegré muchísimo», a la vez que espera «que tenga continuidad, que no pasen tantos años sin estar y que sirva para promocionar este deporte», añade Elena.

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Ahora llegan unos meses intensos, de entrenamiento, pero también con la meta de cuidarse para evitar inoportunas lesiones. «Servirán para mejorar. Toca preparar alguna cosa nueva y pulir detalles y corregir otras cosas. Buscar unas décimas extra y cuidarnos. Mucho...», comentaba Cintia, que escuchaba con atención cada una de las reflexiones de toda una institución como Elena Gómez, quien da un buen consejo a la líder del equipo español en Stuttgart. «Tiene que disfrutar, no hay que meterle presión. Es una experiencia que hay que vivir, una competición diferente, sí, por todo lo que mueve. Debe exprimir a tope cada momento», asegura Gómez.

Recuerda de Atenas 2004 que, pese a que era señalada como favorita a medalla, «mi objetivo era disfrutar de la competición. Las aspiraciones o intenciones no tenían por qué corresponderse con lo que tenía en mente. Influyen muchos factores y que tengas o no una medalla olímpica no implica que detrás no haya un buen trabajo», señaló. Igualmente, confesó que le queda el recuerdo «de la convivencia con otros deportistas, muchas figuras que jamás pensabas que podrías tener tan cerca».

Para Cintia, ser olímpica será «hacer realidad un sueño. De pequeña me gustaba ser como las gimnastas de la tele. Quería ir a unos Juegos y lo hemos conseguido. Tras cinco operaciones, seis Mundiales y cinco Europeos es lo que me faltaba». A la vez, agradece todos los apoyos, especialmente los de su gente, su club y la Fundació per a l’Esport Balear, y aspira a repetir en la final del All Around, donde se las vería de nuevo con Simone Biles, a quien «nadie puede hacer sombra», coinciden Cintia y Elena, protagonistas de un histórico relevo olímpico.