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La natación balear, y de rebote la española, ha encontrado en la figura de Melani Costa Schmid (Palma, 1989) una figura que ha ayudado a reivindicar el papel de este deporte a pie de calle y el de la mujer dentro del campo competitivo. La deportista becada por la UCAM y formada en la EBE tardará mucho tiempo en olvidar los últimos doce meses. Los mismos que han dado un vuelco definitivo a su vida dentro y fuera del agua.

La Copa del Mundo ha servido para ratificar una progresión que en los Mundiales de Barcelona alcanzó su cénit. La plata en 400 libre, su final en los 200, la colección de plusmarcas nacionales y sus cronos sacaron definitivamente a la luz una clase que dio sus primeras muestras, aunque sin premio, en los Juegos de Londres, y acabó por presentarse al planeta en el Mundial de Estambul (25 metros), en el que cosechó el oro en 400 y el bronce en 200 metros libre.

Afloraban así miles de horas de entrenamiento a las órdenes de Atienza, Huete, Troy o Murio y se confirmaban las expectativas que muchos habían depositado en su calidad.

Repercusión

Las lágrimas de tristeza por rozar tres finales olímpicas en Londres (debutó en unos Juegos en Pekín) se transformaron en alegría en Estambul y Barcelona, recordando que las tres preseas del Europeo de piscina corta de Eindhoven 2011 y su presencia en la final de 400 libre en el Mundial de Shanghai no eran fruto de la casualidad.

El curso 2013 confirma a Melani como una de las grandes figuras de la piscina, y su presencia se cotiza en eventos como la Copa del Mundo, de la que es una de las grandes animadoras. Como muestra, ayer, cerró su concurso en Doha obteniendo una brillante medalla en oro en su distancia por excelencia (400 libre), siendo la única capaz de bajar de cuatro minutos (3:59.88).

Más allá de la piscina, marcas y entidades como Adidas, Speedo, Callaghan, la UCAM o Illes Balears han apostado firmemente por su imagen, popular más allá de su escenario habitual, y que la empresa ACTIO Sports Management ha sabido potenciar para hacer de la balear uno de los iconos mejor valorados dentro del deporte español.

La senda del éxito se ha trazado en escenarios como las piscinas de Calvià, donde de la mano de Rosa Costa empezó a cogerle el gusto al agua, Son Hugo, Príncipes de España, la Universidad de Florida o las piscinas de la Blume y Sant Cugat. De ahí, al Palau Sant Jordi, escenario de su consagración en la final de unos 400 libre del Mundial de Barcelona que ya forman parte de la leyenda. Sus resultados han dejado atrás hitos como los de los hermanos Escalas o Roser Vives, y junto a la colección de preseas de Marga Crespí -ésta en natación sincronizada- abanderan el mejor momento en la historia de esta especialidad en Balears.

Costa, junto a Mireia Belmonte, representa la imagen del éxito, pero en lo puramente competitivo, traza un horizonte que, además de las mangas que restan de la Copa del Mundo, tiene como reto los Europeos de piscina corta de Dinamarca, pero por encima de todo, el Mundial de Kazán 2015 y la cuenta pendiente de Costa: los Juegos Olímpicos de Río 2016. Allí quiere nadar una final, aunque ella sabe que puede optar a medalla.