La nadadora española Ona Carbonell sonrie desde el podio tras la final de la rutina libre individual | Juanjo Martín

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Rubia como Marilyn Monroe, la rusa Svetlana Romashina se vistió de la musa norteamericana para bordar la interpretación de ‘I wanna be loved by you’ y sumar una nueva medalla de oro en el Mundial de Barcelona, por delante de la china Xuechen Huang y de Ona Carbonell, que sumó la cuarta medalla de España en el solo libre.
La banda sonora de ‘Con faldas y a lo loco’ fue la apuesta segura de la rusa. Infalible, vistosa, elegante. Romashina, que lleva más de ocho años en la alta competición, se ha colgado la tercera medalla de oro en este Mundial y seguramente hoy, en el dúo libre (en el que regresará a la acción la mallorquina Marga Crespí), completará su particular póquer.
La moscovita se ha convertido en la heredera natural de las mejores solistas rusas de la historia. Firmó un esplendoroso ejercicio. Eléctrica, sin errores, vigorosa, atlética, a la rusa, 173 centímetros y 57 kilogramos de pura fibra, no parecen pesarle los días de competición.
Sonido clásico norteamericano para volver a mostrar al mundo su reinado. Su puntuación, que en el preliminar alcanzó los 96,930 puntos, se fue hasta los 97,340 puntos en la final.
A sabiendas de quien iba a ocupar la primera plaza de antemano, la emoción se centró en los dos escalones inferiores del podio. La china Xuechen Huang, mucho más descansada que Ona Carbonell, estuvo muy suelta.
Ejercicio
Interpretó ‘El fantasma de la Ópera’. Segura, sin errores, además contó con la ventaja añadida de conocer la puntuación de la española antes de tirarse a la piscina. Si era capaz de nadar como en el preliminar, la asiática sabía que ganaría la plata, porque difícilmente Ona Carbonell superaría los 95 puntos.
Huang, que había logrado 95,280 puntos en el preliminar, aún firmó una mejor actuación hoy y se fue a los 95,720. Demasiado para Carbonell.
A la española, que en este Mundial va de más a menos, se la ve agotada. La exigencia física es máxima cuando, además, se mide frente a rivales con un programa mucho más corto que el suyo, aunque todo lo dará por bien empleado si al final es capaz de colgarse siete medallas, su objetivo.
Esther Jaumà, su entrenadora, confía en Carbonell. Ona es joven y tiene un largo camino como solista. Su ejercicio, un homenaje a la Barcelona olímpica de Freddie Mercury y Montserrat Caballé, le valió 94,290 puntos, 30 centésimas más que en el preliminar.